¡Quieran Oirlo los Hombres!

Conversaciones sobre Antroposofia


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Jaime Padró: Un caballero de Micael. In Memoriam.

Hoy he recibido la noticia, de que a las 8:00 horas de esta mañana, Jaime Padró, mi amigo y mentor, ha pasado el umbral.

Jaime ha sido muchas cosas para mucha gente en España, Portugal, y LatinoAmérica. Pionero del movimiento Antroposófico en España, Fundador de la Sociedad Antroposófica en España y primer Presidente, fundador de la Fundacion Circulo de Arte Social… se le podrían atribuir muchos otros «títulos» o reconocimientos, pero por encima de todo, Jaime era, un Antropósofo, un caballero de Micael.

Jaime Padró

Conocí  a Jaime allá por 1985. Mis circunstancias familiares propiciaron ese encuentro. Siendo yo un joven imberbe de solo 14 años, la llamada de un pequeño grupo de buscadores del conocimiento en Granada, hizo posible un primer encuentro con Jaime. Aún le recuerdo llegando a mi casa, con una especie de gran abrigo blanco y un sombrero blanco también. Si hubiera tenido barba, para un ya entonces fan del Señor de los Anillos de Tolkien, habría sido una especie de Gandalf. En términos modernos, quizá una mezcla entre el Gandalf de Tolkien, y el Dumbledore de la Saga de Harry Potter.

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El Desafio de Rudolf Steiner II: Desde el Puente.

LAS DOS ORILLAS.

La portada original de "La Filosofia de la Libertad", publicada en Berlin, 1894.

La portada original de «La Filosofia de la Libertad», publicada en Berlin, 1894.

En casi toda discusión o dialogo, incluyendo también (y quizá de modo aun más intenso) las discusiones en el mundo antroposófico , es muy común encontrarse con dos posiciones muy específicas. La primera es, la que yo llamo: «cada uno tiene su verdad».

Esta posición considera la propia experiencia personal y la formulación más o menos lógica (la mayor parte de las veces sencillamente una asociación de ideas) que uno haya hecho, como perfectamente valida (en muchos casos icon el único fundamento de que «mi corazón/mi sentir me dice que es cierto»). Lo malo de esta disposición, es que, solo a modo de ejemplo, la historia nos enseña que no siempre «el corazón» (o de forma mas exacta, lo que emerge en el interior de la psique de la persona en cuestión) nos dice la verdad o «lo correcto». Lo que el corazón le decia a Romeo y a Julieta,  a los romanos que defendían Roma de los barbaros, o a los escoceses que luchaban contra los ingleses al mando de William Wallace, esto es, que su amor triunfaria, que Roma venceria, o que los Escoceses alcanzarian la merecida independencia, no fue así en ninguno de los casos.

No hablemos de la enorme cantidad de veces en que «nuestro corazón» nos ha engañado haciéndonos creer en el amor de alguien por nosotros, en la confianza que teniamos que depositar en tal persona, o en lo espiritual de tal o cual persona o iniciativa, solo para descubrir un cierto tiempo más tarde, que aquella persona no nos amaba, que la confianza depositada no era merecida, o que lo espiritual de aquella persona o institucion era, cuando menos muy diferente de «nuestra» idea de lo espiritual.

En fin, tratamos aqui con lo que podriamos llamar «la verdad como descubrimiento subjetivo».

Las personas, Antroposofos o no, que tienden a esta posición suelen autodenominarse «personas de sentimiento» o «de voluntad», y suelen considerar los argumentos racionales y las pruebas cientificas como algo «frio», «rigido» y «falto de vida».

Resumiendo lo anterior, la experiencia nos indica que, aquello que proviene de nuestro interior, no adquiere certeza por el mero hecho de ser interior. O dicho de otra manera, lo interior puede ser tan ilusorio como lo que proviene del exterior, y del razonamiento lógico.

La segunda posición es la que yo llamo: «Mi verdad, basada en la lógica y en los hechos, es la única verdad». Esta es la que basa la objetividad de las propias afirmaciones en la lógica interna que las sustenta, y en los supuestos hechos que las prueban. Un ejemplo de esta afirmación es la siguiente propuesta lógica:

«Juan es español.

Todos los españoles son valientes.

Por tanto, Juan es valiente».

Se trata de un juicio «lógico». De dos afirmaciones iniciales, obtenemos una tercera denominada «Conclusión». Si damos por verdaderas las dos primeras afirmaciones, hemos de considerar irrefutablemente valida la tercera. Este método de pensamiento fue iniciado por el filósofo griego Aristóteles de Estagira, y se convirtió en la base de la ciencia moderna.

No obstante,  también en este caso encontramos ciertos problemas a la hora de obtener certeza. En efecto, es perfectamente posible formular una proposición lógica sin que esta sea «verdadera». Un ejemplo de esta posibilidad sería:

«Juan tiene 20 Euros.

Cada pan del panadero vale 5 Euros.

Por tanto, Juan solo podrá comprar 4 panes».

La lógica de esta afirmación es irrefutable. Pero no tiene en cuenta los hechos. Podría suceder, por ejemplo, que el panadero, le regalara a Juan un pan de más por su simpatía, o porque lleva muchos años comprándole al mismo panadero. El pobre Juan se llevo una buena reprimenda por parte de su madre por venir con cinco panes, acusándole de haber robado un pan al panadero, y solo puedo salir del atolladero cuando el panadero aclaró que el había decidido regalar un pan extra al pequeño Juanito.

Del mismo modo que en la anterior tendencia, existe la ilusión de que el mundo interior nos hara testigos de la verdad, en este caso, existe la ilusión de que será el mundo exterior y la lógica asociada la que nos permitirá obtener certeza. Se supone que, teniendo todos los hechos ante nuestra conciencia, seremos capaces de encontrar la verdad, la ley que regula los eventos, la certeza respecto de los hechos. Sin embargo, esta tendencia no tiene en cuenta el hecho de que la lógica como tal, tiene limites definidos de validez, tales como los definidos en el ejemplo de Juanito y el panadero.  De facto, el problema del pensamiento lógico-cientifico es dual: por un lado, la lógica actua en base a reglas de concordancia y consistencia, no siendo capaz, por ejemplo de resolver «las paradojas«. Un ejemplo de paradoja es la siguiente:

«Juan es español.

Juan dice que todos los españoles son mentirosos.».

Si esta afirmación es cierta, Juan esta mintiendo, lo cual quiere decir que «Todos los españoles dicen la verdad». Pero si todos los españoles dicen la verdad, entonces Juan dice tambien la verdad, de donde debemos de concluir que «todos los españoles mienten». Volvemos a empezar!!.. Este es un ejemplo clásico de bucle lógico o cinta de moebius.

Por otro lado, la disposición lógico – científica no considera el hecho de que, tal y como esta constituida normalmente la conciencia del hombre moderno, nuestras percepciones son, por definición, limitadas. Podemos percibir algo en un momento dado, pero no podemos percibirlo, en principio, a lo largo de su proceso de desarrollo. Del mismo modo, percibimos un objeto desde un determinado punto de vista espacial, pero no podemos percibirlo simultaneamente desde todos los puntos de vista posibles. Por ello, necesariamente, siempre estamos «perdiéndonos» parte de la realidad a la hora de percibir los así denominados «hechos».

El pensador

Las personas, Antroposofos o no, que tienden a esta posición suelen autodenominarse «personas de pensamiento» o «de conciencia», y suelen considerar los sentimientos, las sensaciones, los presentimientos, y en fin, todo aquello semi-consciente que proviene del interior de la psique como algo «vago», «fantasmagórico» y «falto de rigor y de fundamento».

Por tanto, podemos ver ahora que tampoco el mundo exterior, ni el pensamiento lógico-científico nos permite obtener certeza. Lo exterior, de nuevo, puede ser tan ilusorio como lo interior.

Por tanto, justificado ya el hecho de que ni el mundo interior ni el mundo exterior nos proporciona certeza, cobra todo el sentido, volver a formularnos con toda seriedad, la pregunta del joven Rudolf Steiner: ¿Puede el pensar humano ser la base de toda experiencia que le llega al hombre desde el exterior o desde el interior, pues la duda y el juicio critico conducen siempre a la esfera de lo incierto?»

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LO OBVIO

Artículo de ANTONIO MARTINEZ ALCALÁ:

Si de alguna manera tuviéramos que definir el siglo XX quizás nos inclináramos por hacerlo como el de la cultura de lo obvio. Una y otra vez nos dejamos arrastrar sin más, casi sin reflexión, por aquello que a fuerza de ser comúnmente aceptado cobra categoría de evidente. Esta pasividad consecuencia de la comodidad de la rutina nos conduce a una modorra intelectual que nos impide, observar en lo obvio, la causa de un estancamiento en las formas y en el hacer que llega hasta la parálisis del elemento creador del hombre, tanto en lo social como en lo cotidiano.

Para situarnos en lo que significa la puerilidad de lo notorio acudamos a, observar desde un pensar vivo y no desde el subterfugio de lo obvio, un ejemplo. Parece que dentro de lo comúnmente aceptado, el pagar una cuota para cubrir gastos en una sociedad cualquiera, es algo que casi no merece ser discutido. Sin embargo hagamos un ejercicio de voluntad y no dejándonos llevar por el hábito, tratemos de navegar en el terreno prohibido y desarrollemos aunque sea someramente el tema.

Cuando pagamos una cuota, solución cómoda, nuestra vinculación con tal sociedad queda satisfecha. Somos miembros de derecho en ella y tenemos la posibilidad de acogernos a sus estatutos, asistir a las asambleas y ejercer el derecho al voto llegado el caso.

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Manifestaciones sobre el Quijote: En busca de Dulcinea

Artículo firmado por Antonio Martínez Alcalá.

Hablar de Quijote en penetrar en un mundo por descubrir. Todo lo que se ha escrito sobre la magna obra, y es mucho, no pasa de ser un inconcluso prólogo. Me voy a acercar a él desde un fugaz ángulo. No es más que un ligero tentempié para iniciar con algunas fuerzas el duro camino.

No hay valor de más quilates que aquel que se somete a que la masa, las más de las gentes, lo tomen por locura . . .

Decía Unamuno que éste es el más grande problema de las Españas . . .

dado que siempre el miedo a ser tomado por sandío le impide al español acoger el desafío de lo nuevo . . .

la posibilidad de arrostrar el ridículo . . .

el agrio fracaso que haga asomar la sonrisa y la burla en los mediocres . . .

atenaza a muchos que vivirían la aventura sin su miedo . . .

Siempre, casi siempre, vamos a dar un resquicio a la posibilidad, lo nuevo es tratado como inoportuno . . .

y lo es, sencillamente, porque fastidia a los que complacidos en su hartazgo no quieren complicar su digestión con extraños alimentos . . .

Porque mueve el suelo de los acomodados . . .

y porque, sobre todo a los necios, les enfurece el hecho de que su necedad quede al descubierto y su mediocridad flotando en el marasmo . . .

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¿Qué ocurre en la Sociedad?

Sólo conocemos la verdad de la naturaleza exterior cuando partimos desde la esencia espiritual del Ser Humano. Este es uno de los fundamentos de la Ciencia Espiritual. En las relaciones sociales vivimos un mundo común cuya coherencia descansa en la naturaleza que comparten los Seres Humanos y los demás reinos naturales. En el mundo del espíritu somos «islas» que flotan en un océano onírico. Aquellos miembros de la Sociedad que se dedican al mundo del espíritu sin vincularse a la naturaleza de las relaciones sociales pierden el suelo bajo sus pies. Sólo un verdadero interés por lo anímico-corporal de otros miembros de la Sociedad y nuestra vinculación a ésta podrá generar una verdadera vida en el Espíritu. El amor con el que se acoge lo anímico-corporal puede generar nueva vida en la Sociedad Antroposófica. Más allá de lo que está bien o de lo que está mal, el calor del corazón revelará la palabra que nos situará en lo correcto y lo verdadero, en el Espíritu. ¿Qué ocurre en la Sociedad? Es la pregunta que mide la calidad espiritual de nuestra aspiración por la Antroposofía.


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Aspiración de conocimiento espiritual y la voluntad de autodominio.

En un artículo anterior escribí sobre los «miembros activos»… con ocasión del estudio de la Carta a los Miembros del 24 de febrero de 1924 me gustaría escribir sobre la «actitud interior» de los miembros activos.

Dependerá de cómo desarrollen la Antroposofía los miembros activos de la sociedad el que solamente sirva para desarrollar pensamientos o sirva también para encender la vida. Es necesario coraje para avivar el entusiasmo y salir al encuentro del «otro-a» con interés renovado y con calor en el corazón. También se necesita fortaleza para mantenerse ante la crítica, el menosprecio o incluso la denigración.

La Antroposofía ha nutrido a mentes maravillosas que han sabido gestionar su contenido con habilidad… hasta el punto de generar entusiasmo en el público para emprender causas relacionadas con el «desarrollo social y espiritual». Y es una labor importante ser abanderado del saber Antropósofo en el mundo. El peligro es que genere una «exaltación emocional» que disuelva el verdadero desarrollo y evolución de sus seguidores… como también la envidia en el oyente puede generar apatía y actitud estéril ante los problemas del mundo.

La virtud de la fortaleza es intermedia entre la «cobardía» que produciría el temor ante una sociedad predadora cuya máxima es la permanencia del más fuerte y la «temeridad» que implicaría un adentramiento sin un trabajo ético y moral.

Vivificar el pensar es contemplar al «otro-a» como un ser en evolución, desarrollar un interés por el o ella desde la «imaginación» de la verdadera realización de su «Yo superior»; es lo que Otto Schamer llama «contemplar el futuro tal y como emerge». Esta vida en el pensar hace que se pueda desarrollar fuerza en la voluntad y calor en el sentir.


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SOBRE EL SABER DEL ANTROPÓSOFO.

Artículo escrito por Juan Luis Morales Aguilar.

Frecuentemente se pueden observar entre nosotros los antropósofos actitudes o valoraciones estrictas cuando no inquisitorias en relación a lo que consideramos aportaciones, posiciones o filosofías equivocadas, o hacia los errores y debilidades de los demás. Estas actitudes se pueden manifestar entre antropósofos y también entre personas de cualquier otro ámbito de la vida, aunque existe una tendencia a que afecte de forma más enfatizada a los miembros de la Sociedad Antroposófica. Se pueden apuntar varias razones de esta particularidad de los miembros de la Sociedad Antroposófica; entre otras, un reforzamiento de la conciencia individual producido por el empeño en el estudio y en el autodesarrollo siguiendo la particular metodología antroposófica, que promueve, entre otras características, un reforzamiento del pensamiento y del sentido crítico.

Cuanto mayor es el saber acumulado más frecuentemente se suele acentuar esta propensión -aunque afortunadamente muchas veces no sea así – siendo, a mi juicio, esta tendencia un barómetro a tener en cuenta para evaluar la propia sana apertura hacia lo nuevo que nos viene de fuera. Hoy en día, esta actitud abierta, comprensiva e integradora es un reto personal muy importante y quizás decisivo para los miembros de la Sociedad Antroposófica, a los efectos de que la Antroposofía pueda cumplir sus objetivos.

La arquitectura del conocimiento antroposófico sobre el Ser Humano y el Mundo es muy compleja, abarcando todos los ámbitos de la vida. Quizás ese enorme caudal de conocimientos, que se amplía continuamente, tiende a situarnos de una forma progresivamente más definida ante los requerimientos de la vida. Y eso puede fortalecernos en nosotros mismos, pero también puede debilitar nuestra verdadera tolerancia y apertura al exterior si esta posición no va acompañada de una imprescindible pregunta personal que me parece conveniente que nos hiciéramos frecuentemente…

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Líneas maestras Antroposóficas.

Y continuando ahora con la V Carta a los Miembros que Rudolf Steiner escribió el 17 de febrero de 1924 entresaco las tareas de la Sociedad Antroposófica, de la Junta y de los miembros individuales. La junta de la Sociedad es garante de la Antroposofía. La Sociedad es una unión de personas que quieren entenderse con la junta de manera viva para ser también fiadores de la Antroposofía. Pero el futuro espiritual solamente puede aparecer en el desarrollo libre del obrar del miembro individual. Y esta vinculación del individuo con la Sociedad sólo es posible desde el interior del ser humano, no meramente desde el aspecto exterior (pertenencia por pagar las cuotas)

La junta de la Sociedad, como garante de la Antroposofía, armoniza –a través de las «líneas maestras»– la dirección en la que los miembros actúan unos con otros en la Sociedad. Y el miembro individual despliega su actividad espiritual en el seno de la Sociedad, pero sin pretender satisfacer ahí sus fines personales o de su iniciativa, sino como fiador de la Antroposofía en unión con la Sociedad. Sólo es lícito el despliegue libre de una visión personal fuera del marco de la Sociedad.


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Los Miembros Activos y la Sociedad Antroposófica.

Repasando la cuarta «Carta a los Miembros» que Rudolf Steiner escribió para la revista semanal «Das Goetheanum» en su edición del 10 de Febrero de 1924, planteo las siguientes reflexiones: Cuando un miembro de la Sociedad Antroposófica decide llevar una iniciativa al mundo –medicina, arte, pedagogía, agricultura, docencia en charlas o cursos, terapia, una Rama Antroposófica y un largo etcétera – debe conocer tres aspectos:

  • tener clara la situación espiritual general de nuestro tiempo,
  • la tarea de la Antroposofía,
  • y estar en colaboración, en la medida de lo posible, con otros miembros en el seno de la Sociedad.

Esta triple necesidad se contempla en una doble perspectiva, la de la Sociedad y la de los miembros activos.

¿Qué espera el miembro activo de la Sociedad? Que la Sociedad ofrezca una imagen del estado espiritual general de nuestra época que le ayude a comprenderlo; que la Sociedad oriente las tareas de la Antroposofía y que la Sociedad provea de una plataforma común que permita la colaboración. ¿Qué espera la Sociedad del miembro activo? Que la iniciativa del miembro activo parta de un reconocimiento del estado espiritual general de nuestra época; que la iniciativa del miembro activo esté en armonía con las tareas que emanan de la Antroposofía y que la iniciativa del miembro activo, en la medida de los posible, colabore con otros miembros desde el seno de la Sociedad.

Rudolf Steiner se vinculó a la Sociedad Antroposófica otorgándole una identidad que ahora los miembros, en vinculación con ella, pueden encarnar si se plantea con honestidad estos tres aspectos expuestos en su doble dirección.


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Biodinámica… una fuerza joven.

Articulo originalmente firmado por Alberto Llorca.

Hoy he asistido a un encuentro del Grupo de Trabajo Biodinámico de Valencia. Todos los miércoles recibo una cesta de fruta y verdura de agricultores de éste grupo. Y el pasado miércoles nos invitaron –a los miembros de la Rama Micael – a participar en dicha reunión. Me sorprende ver tanta gente joven, con niños pequeños correteando, en torno a una masía rodeada de olivos, y cultivo de secano.

Paseando y charlando con un amigo me comentaba que la biodinámica no pretende obtener los mejores frutos de la tierra para el alimento del ser humano, ni un oneroso rendimiento económico por un trabajo dedicado y consciente. Todo ello, si se obtiene, es simplemente «colateral». El agricultor biodinámico reconoce en la planta que crece, en el fruto de lo vegetal, o en la vida del animal en su granja, la expresión de algo «espiritual» que también encuentra en su vida interior en relación al cosmos entero. Y es la visión interior de ése ideal el que se traduce en las prácticas biodinámicas.

En la «Reunión de Pascua» de la Sociedad Antroposófica se nos habló de la conferencia que Rudolf Steiner dio el 23 de noviembre de 1905 traducida como «FRATERNIDAD Y LUCHA EXISTENCIAL» en donde se comenta que la vida en la Sociedad tiene fruto cuando no «lucho contra» los demás para imponer mis ideales –que juzgo como correctos – sino que vivo los ideales en el trato con los demás, respetando la libertad del otro y tratando de comprender su proceder –el del otro – como expresión de esos mismos ideales que también viven en él y que en ambos –en él y en mí – todavía están en evolución.

Esos ideales no son un conjunto de reglas de comportamiento ético. Eso es algo abstracto. Es cuando el principio estatal abstracto y alejado de la vida entra en el lugar que antes ocupaba la fraternidad. Es como pretender que una empresa gane más dinero implantando la norma ISO 9000 o colocar el sello «Demeter» en mis productos como meta para obtener más ventas.

Es cierto que como consumidor, obtengo confianza ante un producto con etiqueta «Demeter» o una empresa certificada con el ISO 9000… pero… ¿no es eso jugar con las reglas de un mercado cuyo fundamento es la «lucha existencial»?

Esos ideales corresponden a un «quién» y no a un «qué». Esos ideales corresponden a un «No yo, sino Cristo en mí». Y como en el caso del agricultor biodinámico: es la visión interior de ése ideal el que se traduce en las prácticas de una sociedad fraternal. Esa es la finalidad de la Ciencia Espiritual: formar comunidades fraternales basadas en el amor universal.