Repasando la cuarta «Carta a los Miembros» que Rudolf Steiner escribió para la revista semanal «Das Goetheanum» en su edición del 10 de Febrero de 1924, planteo las siguientes reflexiones: Cuando un miembro de la Sociedad Antroposófica decide llevar una iniciativa al mundo –medicina, arte, pedagogía, agricultura, docencia en charlas o cursos, terapia, una Rama Antroposófica y un largo etcétera – debe conocer tres aspectos:
- tener clara la situación espiritual general de nuestro tiempo,
- la tarea de la Antroposofía,
- y estar en colaboración, en la medida de lo posible, con otros miembros en el seno de la Sociedad.
Esta triple necesidad se contempla en una doble perspectiva, la de la Sociedad y la de los miembros activos.
¿Qué espera el miembro activo de la Sociedad? Que la Sociedad ofrezca una imagen del estado espiritual general de nuestra época que le ayude a comprenderlo; que la Sociedad oriente las tareas de la Antroposofía y que la Sociedad provea de una plataforma común que permita la colaboración. ¿Qué espera la Sociedad del miembro activo? Que la iniciativa del miembro activo parta de un reconocimiento del estado espiritual general de nuestra época; que la iniciativa del miembro activo esté en armonía con las tareas que emanan de la Antroposofía y que la iniciativa del miembro activo, en la medida de los posible, colabore con otros miembros desde el seno de la Sociedad.
Rudolf Steiner se vinculó a la Sociedad Antroposófica otorgándole una identidad que ahora los miembros, en vinculación con ella, pueden encarnar si se plantea con honestidad estos tres aspectos expuestos en su doble dirección.