No quería escribir este post hasta después de las elecciones en Cataluña el pasado 25 de Noviembre, dado que las mismas se habían planteado políticamente como una validación de la supuesta ruta soberanista Catalana, y con ello, como el aval definitivo para el otro gran proceso independentista en España, el proceso ligado a la independencia Vasca.
Hoy ya sabemos que la mayoría del pueblo catalan quiere ser «independiente», puesto que ha votado a CIU y a ERC, pero no en el modo en que lo ha planteado Artur Mas. Y es que «independencia» y «separación» no es, necesariamente lo mismo. Uno puede ser independiente manteniendo la convivencia, tal y como hace cualquier comunidad de vecinos en España. Para ser independiente no se necesita irse a vivir a una casa solitaria, ni poner fronteras o carteles que digan «Bienvenido a la República independiente de mi casa», como dicen en el anuncio de IKEA.
Con esto no critico a quien quiera hacerlo. Lo que digo es, sencillamente, que independencia y separación no son, para nada, lo mismo.
Dicho lo anterior, y en relación con este tema, me gustaría profundizar brevemente en un aspecto que desde el punto de vista de la Antroposofia se ha tocado de forma muy breve en España, que es el sentido o misión de destino del Espiritu del Pueblo Español, y su situación actual.