Artículo firmado por Antonio Martínez Alcalá.
Hablar de Quijote en penetrar en un mundo por descubrir. Todo lo que se ha escrito sobre la magna obra, y es mucho, no pasa de ser un inconcluso prólogo. Me voy a acercar a él desde un fugaz ángulo. No es más que un ligero tentempié para iniciar con algunas fuerzas el duro camino.
No hay valor de más quilates que aquel que se somete a que la masa, las más de las gentes, lo tomen por locura . . .
Decía Unamuno que éste es el más grande problema de las Españas . . .
dado que siempre el miedo a ser tomado por sandío le impide al español acoger el desafío de lo nuevo . . .
la posibilidad de arrostrar el ridículo . . .
el agrio fracaso que haga asomar la sonrisa y la burla en los mediocres . . .
atenaza a muchos que vivirían la aventura sin su miedo . . .
Siempre, casi siempre, vamos a dar un resquicio a la posibilidad, lo nuevo es tratado como inoportuno . . .
y lo es, sencillamente, porque fastidia a los que complacidos en su hartazgo no quieren complicar su digestión con extraños alimentos . . .
Porque mueve el suelo de los acomodados . . .
y porque, sobre todo a los necios, les enfurece el hecho de que su necedad quede al descubierto y su mediocridad flotando en el marasmo . . .