Hoy hace algo mas de un año que vivimos «confinados». Confinados a los limites de nuestras casas, de nuestras familias, o en lenguaje de Pandemia, de nuestros «grupos de convivencia». Hemos perdido la relación con la naturaleza, y lo mas importante, hemos perdida la relacion con los demas seres humanos, que ya era poca y debil antes de la pandemia.
En mi ultimo post (El verdadero Coronavirus: el odio que llevamos dentro. El nuevo nazismo social.) ya hice referencia al «odio a lo humano» que se deriva del miedo, causa fundamental de esta mal llamada «pandemia».
Con este post, quiero presentar al lector ciertas conclusiones que anticipo, serán duras de tragar, para algunos quizá imposibles de asumir. No obstante, estas conclusiones, a mi parecer, muestran el retrato de la sociedad actual, en este caso española. y al ser España uno de los peores, si no el peor pais del bloque europeo-occidental en cuanto a la gestión de la así llamada pandemia, también el retrato del bloque europeo-occidental en su conjunto. En que medida esto es extrapolable al resto del mundo, de momento, queda pendiente para un análisis más amplio.
DATOS DE PARTIDA.
Por mero afan cientifico, permitame el lector presentar algunos datos «indiscutibles», pues los presenta el propio ministerio de sanidad en su pagina web, en su informe reciente del 26/03/2021 (Actualizacion_340_COVID-19.pdf (mscbs.gob.es)).


Los datos anteriores nos muestran las defunciones totales por CCAA, en la primera tabla, así como la evolución de casos detectados a defunciones, pasando por hospitalización y UCI, en la segunda tabla. En el numero total de defunciones hay una ligera diferencia entre los datos del informe consolidado del Ministerio de Sanidad, y los datos de evolución que el propio ministerio de sanidad suministra en fichero CSV descargable desde su web. No obstante, el dato es, relativamente, poco significativo a efectos del análisis que presentamos.
Con un numero de defunciones oficiales que ronda las 75.000 personas en un año, la primera pregunta que nos podemos hacer es: ¿ Cuan alto o bajo es este dato, comparado con lo que sucedia antes de la, asi llamada, pandemia COVID 19, respecto a la población total del pais? La respuesta es que no existen datos comparativos. Solo se puede calcular el asi llamado «Exceso de Mortalidad». ¿Porque es esto asi? Por el hecho de que no siempre se puede asegurar que todo fallecido COVID sea, realmente, un fallecido COVID. La gestion que se ha realizado de la pandemia, ha sido, y sigue siendo, en alto grado, caotica, lo cual ha generado cifras inconsistentes, y por tanto, un alto grado de «manipulacion» potencial del significado de dichas cifras.
No obstante, haremos un pequeño esfuerzo para tratar de obtener conclusiones lo mas objetivas posibles.
En referencia a la pregunta anterior, se está utilizando un dato comparativo entre años, que se conoce como «Exceso de Mortalidad». Este datos se puede calcular usando los datos de fallecimientos semanales registrados por el INE.

Como vemos en la tabla del INE, efectivamente, se produce una variación al alza entre 2019 y 2020, de aproximadamente 86.000 personas. No hemos calculado la variación anual entre 2020 y 2021, ya que solo se disponen de datos de 10 semanas de 2021.

No obstante, podemos comparar las primeras diez semanas de cada año, y asi estimar, al menos inicialmente, la evolución del 2021.

Curiosamente, observamos que se produce un descenso de fallecimientos en las primeras diez semanas entre el 2018 y 2019, y lo mas interesante, entre 2019 y 2020. No obstante, hemos de recordar que la pandemia comenzo a partir de Marzo de 2020, es decir, un poco más adelante de la semana 10.
Ya 2021, presenta un aumento de defunciones en las primeras diez semanas respecto a 2020, de casi 16.500 personas. De mantenerse este ritmo, el numero de defunciones de 2021 respecto a 2020 sería superior en unas 80.000 personas.

Ya en el grafico a continuación, podemos ver la evolución semana a semana desde 2018. Es muy evidente el enorme incremento producido a partir de la semana 10 de 2020, y posteriormente, aunque con un incremento menor pero sostenido, a partir de la semana 31.

Por tanto, podemos responder a la primera pregunta, diciendo que el dato de muertes es «preocupante». Dicho de otra manera, el fenómeno COVID-19 es real. Cosas distinta es si «la causa», principal o mas importante del fenómeno COVID-19 es el virus conocido como tal, o si la causa es otra, o en su caso, hay causas igual de importantes o coadyuvantes en este proceso. ¿Y porque es importante esta pregunta sobre las causas?.. Porque, dependiendo de la respuesta, la solución tanto sanitaria, como social, habrá de ser completamente distinta.
Si procedemos a analizar ahora los casos que requieren hospitalización sobre los casos «diagnosticados» o «detectados», tal y como indica la grafica siguiente, dividido en segmentos de edad, podemos obtener unas cuentas conclusiones evidentes.

La primera es que el porcentaje de hospitalizaciones aumenta de forma casi exponencial, a medida que aumenta la edad del paciente. En concreto, el porcentaje de hospitalizaciones en el segmento de mas de 80 años ronda el 38%, y en el segmento de 70-79 años, ronda el 30%. El tercer segmento mas afectado es el de 60-69 años, con un porcentaje de hospitalizaciones del 18,11%.
Sin embargo, el segmento con mayores casos diagnosticados, es el segmento de 40-49 años, con un porcentaje de hospitalización de solo el 5,76%. ¿Qué nos dice esa enorme diferencia entre las edades en las que más se detecta, y las edades en las que hay una mayor gravedad en la enfermedad detectada, y se requiere, por tanto hospitalización?
Si sumamos todos los casos detectados salvo los segmentos de mas de 60 años, el porcentaje total ronda el 75% de los casos. El porcentaje promedio de hospitalización para los menores de 60 años es del 3,78%. Es decir, de cada 100 personas menores de 60 años a los que se detecta COVID-19, solo es necesario hospitalizar a 4.
Estos datos nos dicen, por tanto, que estamos ante una situación sanitaria que empeora exponencialmente con la edad y que se enfoca mas intensamente en las personas con una edad superior a los 60 años.

Si analizamos los casos que una vez hospitalizados, requieren ser atendidos en las UCI’s, vemos que se repite un patrón similar al de las hospitalizaciones respecto de los casos detectados, pero con alguna diferencia.
En este caso, vemos que el paso a UCI de enfermos hospitalizados, en el segmento de edad con mayor incidencia (60-69 años), ronda el 30%. Si sumamos todos los casos que pasan a UCI por encima de 50 años, suponen el 84% de los casos totales. No obstante, el porcentaje de casos mayores de 80 años solo supone aquí el 5,42% de los casos totales. ¿Qué nos sugiere este dato?.. Por un lado, que muchos enfermos de mas de 80 años fallezcan antes de llegar a las UCI’s. Por otro lado, que es mas que probable, e incluso razonable, dadas las limitaciones de recursos, que el personal sanitario, aplicando criterios de filtrado (triage), solo pasen a UCI a aquellos enfermos a los que consideran con probabilidades mínimas de recuperación. Por eso, en el análisis de los casos UCI, el segmento de 50-59 cobra importancia, ya que su nivel de supervivencia es mayor que el segmento de mas de 80 años, y porque en caso de filtrado, se les supone una capacidad de recuperación mayor, y por ello, se les intenta salvar en un amplio porcentaje (este segmento supone por si mismo el 20% de los casos totales), mientras que no se otorga casi probabilidad de supervivencia a los casos graves de mas de 80 años.
Estos datos, añaden un punto nuevo que consolidaremos mas tarde pero que podemos anunciar aquí: El fenómeno COVID afecta con mayor virulencia cuanto mayor es el paciente. La problemática de gestión sanitaria se enfoca en los casos graves del segmento de edad de entre 50 y 79 años, ya que en los casos de mas de 80 años, solo el 5% pasa a UCI.
Parece por tanto que el fenómeno COVID esta asociado especialmente a organismos humanos físicamente mas débiles, y que la gestión sanitaria del mismo se convierte en un problema cuanto la gravedad requiere cuidados intensivos.

Si, finalmente, analizamos las defunciones, comparándolas con los casos que han pasado a UCI, nos encontramos una cierta confirmación de las conclusiones anteriores. ¿Qué sucede con el segmento de 50-59 una vez que pasa a UCI? Que fallece en el 44% de los casos, o que supera la enfermedad en un 66% de los casos. En realidad, el porcentaje de mortalidad, una vez alcanzada la UCI es extremadamente alto ya que incluso en el segmento de 40-49 años, el porcentaje de defunciones es del 27,1%, o del 18,8% ( casi 1 de cada 5) en el segmento de 30-39 años.
Es importante destacar aquí, que el 85,43% de las defunciones, suceden en personas mayores de 70 años. En el caso del segmento de edad de 70-79 años, hay un 199% de fallecidos sobre casos UCI. En el segmento de mas de 80 años, el porcentaje se eleva al 3.014,8%. ¿Cómo es posible?.. por la razón que explicamos más arriba: la mayoría de enfermos de esta edad, o fallece antes de llegar a la UCI, o es filtrado por bajas posibilidades de supervivencia.
Por ello, podemos concluir con bastante solidez, que el fenómeno COVID es un fenómeno sanitario que afecta fundamentalmente a mayores de 70 años (85,43% del total de defunciones), y que se convierte en un problema de gestión sanitaria, especialmente en aquellos casos graves de entre 50 y 70 años que necesitan cuidados intensivos. Y en todo caso, la alta mortalidad en UCIs nos indica que el perfil del paciente que fallece por COVID, es un perfil de paciente cuya capacidad de superar una infección vírica (esto es, la capacidad de su sistema inmunitario) es mínima, debido a la edad, o a enfermedades o condiciones de salud anteriores.
Cabria aquí formularse preguntas como las siguientes: ¿Nos esta afectando especialmente esta enfermedad como sociedad, por habernos convertido en una sociedad altamente envejecida?.. ¿Nuestro modelo de salud, ha alargado la esperanza de vida durante los últimos cincuenta años, a costa de volvernos «débiles», de debilitar nuestro sistema inmunitario, frente a virus y bacterias como el COVID 19? ¿Hemos creado un modelo social y de salud, que busca, por encima de todo, evitar la muerte, a toda costa?
Estas son preguntas de reflexion en relacion con el fenómeno COVID, que podrán ser abordadas en artículos posteriores.
En relación con la situación actual, los datos anteriores apuntan, a mi parecer, a una pregunta mas candente en estos momentos: si la enfermedad se enfoca especialmente en los mayores de 70 años, y el problema esta en la UCIs con el segmento de pacientes graves de entre 50 y 70 años, ¿era necesario confinar a toda la población y generar una crisis económica como la que se ha generado?…..¿Tenemos un verdadero problema logístico en los hospitales?…
Procedamos a analizar, de momento, la ultima de estas preguntas, para poder responder con mas claridad, a la primera.
ANALISIS DE LA CAPACIDAD ASISTENCIAL.
Como podemos ver en la tabla adjunta, basada, de nuevo, en los datos del Ministerio de Sanidad, en Marzo de 2021, tenemos un 30,19% de camas disponible a nivel nacional.

Con toda lógica, uno puede preguntarse si eso es mucho o poco. Para despejar dicha duda, solo es necesario preguntarse que porcentaje de esas camas estan ocupadas por pacientes COVID. El resultado puede dejar en shock a mas de uno: el 6,85% del total de camas disponibles. De hecho, casi el 63% de las camas, estan ocupadas por pacientes NO COVID. Estos datos se pueden ver de forma grafica en totales y en porcentajes, en los gráficos que se incluyen a continuación.


Por tanto, no se justifica en modo alguno la afirmación hecha por dirigentes políticos de todo el arco ideológico, de que el confinamiento se justifica para evitar un colapso del sistema sanitario, y concretamente, del sistema hospitalario.
En realidad, el problema no está en los hospitales, en general, como muestran los datos, sino en las UCIs. Esta enfermedad necesita tratamientos de larga estancia en pacientes cuyo sistema inmunitario esta deprimido, y por ello, la capacidad de las UCIs, se satura. Por ello, de forma obvia, la solución a la enfermedad, es crear suficientes zonas UCI para tratar a dichos pacientes. En este sentido, iniciativas como el hospital Isabel Zendal de Madrid, apuntan, claramente en la dirección correcta, desde el punto de vista sanitario, y desde el punto de vista social.
Cabe entonces preguntarse: ¿Cuál es la razón por la que los políticos han mantenido las medidas de confinamiento, después de un año?… Obviamente, como muestran los datos, no se intenta resolver la enfermedad. Para ello, solo hubiera sido necesario crear 20, 30 o 40 hospitales Zendal. Y nos hubiera costado muchos menos recursos, con un muchísimo menor impacto tanto sanitario como en la economía, que la medidas que en realidad, se han tomado. Y les aseguro que el análisis que presento en este articulo, es un análisis estadístico básico, que cualquier becario del asesor de mas bajo nivel de cualquier político sabe hacer con la gorra. Dicho de otro modo: los políticos y los directivos sanitarios (que por cierto, también son cargos políticos) saben perfectamente lo que les acabo de contar.
Si por tanto, los dirigentes políticos y sanitarios saben todo lo que les acabo de contar, y aun así, mantienen medidas que no apuntan a la solución de la enfermedad.. ¿Qué se pretende lograr con las medidas tomadas desde Marzo de 2020, y sostenidas por casi todos los gobiernos europeos y occidentales?
UNA MIRADA A LA REALIDAD.
Una vez analizada la situación, con una observación básica de los datos disponibles, podemos continuar con el proceso de profundización que nos lleve a una comprensión mas amplia del fenómeno COVID.
Avanzaré ahora solo unas cuantas indicaciones, que completaré en el siguiente artículo.
La comunicación del fenómeno COVID creada por la OMS (Organización Mundial de la Salud) y amplificada hasta el infinito por los gobiernos y por los medios de comunicación, ha sido la siguiente: «Un virus aparecido mediante una mutación causada por no sabemos que, y localizado inicialmente en China, provoca una enfermedad altamente letal, que causa síndromes agudos de tipo respiratorio y/o circulatorio. Por ello, es necesario confinar a la población para evitar una mayor tasa de infección, y con ello de mortalidad.»
Como ya hemos visto, estos argumentos solo son parcialmente verdaderos para un determinado segmento de la población
Esto ha creado una parálisis económica sin precedentes desde la segunda guerra mundial, y ha posibilitado que los gobiernos de los así llamados países democráticos, tomen el control de su ciudadanía, de un modo nunca visto, restringiendo derechos fundamentales como la libertad de circulación, el derecho de libre comercio, etc….
Se han generado gigantescos niveles de deuda económica que han obligado a organismos supranacionales como la Unión Europea, o a Federaciones estatales como los EEUU, a endeudarse colectivamente para evitar una catástrofe económica sin precedentes.
En paralelo, la supuesta vacuna, o al menos varias de ellas, se elaboran siguiendo una nueva metodología, de la que ninguna autoridad política ni sanitaria informa en detalle, dejando de ser una «vacuna» (véase la definicion de vacuna del Centro de Control de Enfermedades de EEUU: «Un producto que estimula el sistema inmunológico de una persona para producir inmunidad a una enfermedad específica, protegiendo a la persona de esa enfermedad. Las vacunas generalmente se administran mediante inyecciones con aguja, pero también pueden administrarse por vía oral o rociarse en la nariz.» En la misma web, se define Inmunidad como: «Protección contra una enfermedad infecciosa. Si es inmune a una enfermedad, puede exponerse a ella sin infectarse.»), ya que no «inmuniza», de acuerdo a la propia definición del CDC. De hecho, las vacunas son preparados basados en virus atenuados iguales o similares a los de la enfermedad frente a la que se busca inmunizar, y que se administran al paciente para que su sistema inmunitario desarrolle anticuerpos frente a dicho virus. Las «así llamadas» vacunas del COVID-19, y mas específicamente, las «así llamadas» vacunas de Pfizer, y de Moderna, no administran un virus atenuado al paciente, sino que introducen en el paciente, literalmente, trozos de ARNm, conocido como ARN mensajero. Este ARN es el encargado, en nuestro cuerpo, de indicarle al ADN, o código genético, que vive en todas nuestras células, los productos bioquímicos que estas tienen que elaborar. Así, las «así llamadas vacunas» de Pfizer y de Moderna, introducen un ARNm en el cuerpo del paciente, que le dice al ADN del paciente, en cada una de sus células, que elabore un determinado tipo de proteína, llamada «proteína pico» o «Proteína S», que es la proteína del virus COVID-19, es decir, no humana, que este utiliza para introducirse en las células humanas cuando genera un proceso infeccioso. LA finalidad de este complejo proceso «genético» es que el sistema inmunitario del paciente genere anticuerpos contra la «proteína S», y con ello, contra el virus COVID-19. Pero lo hace mediante un proceso de modificación del ADN del paciente, y por tanto, no se trata ya de una vacuna, en el sentido tradicional, sino que se trata de una terapia genética. Y además, se trata de una terapia genética «experimental», pues nunca jamás se ha probado algo así antes en seres humanos. De hecho, las pruebas con terapias similares de la empresa Moderna durante los diez años anteriores al COVID en animales, dieron como resultado la muerte de los animales al ser expuestos de nuevo al virus, como consecuencia de la hiper-reacción de su sistema inmunitario. Con este tipo de terapia, no se sabe cuanto tiempo el ADN del paciente seguirá produciendo «proteínas S» no humanas, o si esta producción terminará generando efectos de hiper-reacción del sistema inmunitario, como en los ensayos de Moderna con animales. No se sabe, porque sencillamente, no se ha probado en seres humanos nunca antes.
En todo caso, no se trata ya de vacunas, sino de terapia genética experimental. y nuestros gobiernos, lo saben, lo consienten y lo promueven, sin informar a sus ciudadanos.
Como también saben y han autorizado, que la elaboración de las «así llamadas» vacunas, se haya saltado todos los plazos establecidos, incluyendo los ensayos en animales (lo cual quiere decir que los primeros en vacunarse estan siendo los consejillos de indias de dicha supuesta vacuna). Esto ha sido autorizado por todos los gobiernos y organizaciones sanitarias internacionales.
Al mismo tiempo, los mercados financieros marcan máximos de todos los tiempos, las empresas tecnológicas y bio-tecnológicas obtienen beneficios nunca vistos, y se nos anuncia, desde esos mismos gobiernos, que el nuevo modo de vivir, la nueva normalidad, estará marcada por la el trabajo y la convivencia «digital», los servicios digitales de todo tipo (5G, coches inteligentes, drones, inteligencia artificial, etc…) a los cuales se destinan miles de millones de euros de procedencia publica. También, será necesario controlar y monitorizar a los ciudadanos mediante soluciones bio-tecnológicas (pasaporte COVID, nanotecnología sanitaria, etc…), que permitan un rastreo y un control de los supuestos virus dañinos como el COVID, que estan aquí para quedarse (ya que se producirán mutaciones que nos obligaran a mantenernos «en guardia» para evitar daños mayores), y en su caso, una menor incidencia (que no una inmunización completa) de dichos virus en la población.
Curiosamente, la sociedad del futuro inmediato que se nos describe y que se financia sin limites desde todos los organismos internacionales, coincide plenamente con los objetivos de la llamada Agenda 2030 de la ONU, la cual dibuja un mundo en el que la tecnología hace que el ser humano traspase barreras tradicionales, por ejemplo, aumentando su esperanza de vida hasta los 120, 130 o 150 años, o reduciendo (supuestamente) la pobreza, mediante la producción infinita de carnes sintéticas y plantas infinitamente mas productivas y capaces de resistir plagas, gracias a las técnicas de modificación genética, o por ejemplo, mediante las posibilidades de curar enfermedades hoy en día imposibles de curar o con tratamientos muy dolorosos y con numerosos efectos secundarios, como el cáncer y las enfermedades autoinmunes, con solo una pequeña modificación genética del paciente. También será posible sustituir miembros y órganos humanos mediante clonación genética terapéutica, o mediante la implantación de sistemas robóticos internos( brazos, piernas, manos, reguladores de ritmo cardiaco, etc…) A mas largo plazo, se consideran alcanzables objetivos como una vida sin fin, la elección de sexo y características de nuestros hijos, la aplicación de inteligencia artificial en todos los niveles de nuestra vida, etc….

Esta Agenda 2030, esta inspirada por una corriente de pensamiento llamada Trans-humanismo, y sus objetivos se estan convirtiendo, a velocidad de vértigo, en los únicos objetivos posibles de los gobiernos occidentales, cuando no del mundo entero. Dejo aquí un enlace a un articulo de la revista Forbes, que muestra algunas de las ideas del transhumanismo, y su conexión con la Agenda 2030. En el próximo articulo, profundizaremos mas en este punto.
Termino ya planteando al lector las siguientes preguntas: ¿Es ético imponer esta visión del mundo a todos los ciudadanos, sin darles opción a elegir? ¿Es ético crear una atmosfera de miedo a nivel global, para imponer esta visión del mundo? … y, a mi parecer, las preguntas más importantes: ¿Quieres dejar de ser «humano»? ¿En que consiste ser «humano»?
Continuaremos.