¡Quieran Oirlo los Hombres!

Conversaciones sobre Antroposofia


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El verdadero Coronavirus: el odio que llevamos dentro. El nuevo nazismo social.

Acabo de ver en Facebook (https://m.facebook.com/story.php?story_fbid=10222592957757868&id=1389556663?sfnsn=scwspmo&extid=L1e04YZeSckKBPbt&d=n&vh=i), la historia de un pobre tipo, al que le acaban de diagnosticar un grave cáncer, con un diagnóstico de 1 año de vida. Como consecuencia de su tratamiento contra el cáncer, este hombre necesita «andar», y dadas las actuales circunstancias, con buen criterio, comunica su situación a la policía municipal, que como es lógico, entiende perfectamente su situación, y no le pone ninguna pega a que salga a andar, dada su necesidad, propia causa de fuerza mayor, a pesar del Estado de Alarma.

Pero, hete tu aquí, que cuando este pobre tipo, con su dolor a cuestas, sale a andar, se siente mareado y necesita sentarse en un Banco. Aunque una patrulla de policía le ve, y después de identificarle, comprueban que tiene autorización para estar en la calle, los vecinos de los bloques de alrededor, «sus vecinos», de » Su barrio», lo insultan, le gritan, lo llaman insolidario, asesino, transmisor del contagio…

¿Como se os queda el cuerpo?…

En realidad estamos igual que en la crisis de 2008…no, corrijo: estamos peor.

Entonces, en 2008, la culpa era de los bancos, de los ricos… Ahora es de los chinos, de los americanos, del Gobierno, de los conspiradores internacionales, del bicho. .. Pero nunca es nuestra responsabilidad… Eso nunca. Nunca somos responsables de decir :»Esto lo superamos juntos», que quiere decir : «juntos significa que ‘tu me ayudes a mi». Si no, ya no estamos juntos. Es más: que ten den por culo. No… Peor aún: te insulto, te escupo y te crucifico, aunque no sepan quién eres ni cual es tu situación concreta. Esto quiere decir » Juntos» En ese falso amor y esa falsa solidaridad de la que tanto se habla estos días.

Pero la verdad, cruda y simple, es que nos hemos convertido en una sociedad de canallas, que usan a los demás para sus propios intereses, y cuando no nos valen, los tiramos a la basura «social» juzgandolos, despreciandolos, insultandolos, en definitiva, destruyendo a esa/ese/eso otro que me hace sentirme tan mal.

Y este, señoras y señores, es el verdadero virus. El miedo y el odio a los demás seres humanos convertido en normalidad cotidiana. Porque «usar» a los demás seres humanos de acuerdo a mis propios intereses, es convertirlos en «cosas» que me sirven a mi, es una cosificación del otro. Y cosificar a un ser humano, es, además de un acto de «deshumanización» del otro,  un acto de violencia moral extrema, ya que el otro queda despojado de cualquier valor moral , más allá de la utilidad que me aporte.

¿Y porque lo hacemos?.. Porque lo cosificado es fácil de entender: me vale, o no me vale. La relación con la cosa es polar y sencilla. La relación con lo humano es difícil: es cambiante, el otro/otra tiene determinación propia, me exige salir de mi zona de confort y moverme a espacios de incomodidad para en entenderle… En fin, el encuentro con lo humano, me obliga a crecer, a evolucionar, a desarrollarme.

Pero no queremos eso… Queremos estar ‘cómodos», vivir en el calorcito y seguridad de nuestra propia comodidad, y para mantenerla, haremos lo que sea preciso, incluyendo cosificar y deshumanizar a toda persona a nuestro alrededor.

Y esa cosificación, por tanto, no es, como ya he descrito más arriba, más que un «odio» a aquello que me obliga a salir de mi seguridad. Odio a «lo humano». Y ese odio, tiene una capa aún más profunda: miedo. Miedo a lo que, desde los parámetros de mi zona de seguridad, desde la comodidad de mi vida cotidiana, me es desconocido, y amenaza » mi forma de vivir».

La crisis de 2008 hizo salir todo este odio social, todo este miedo social, dirigido primero contra supuestos culpables, pero más tarde convertido en movimientos políticos de «indignación», o en nacionalismos por todo el mundo, justificando su propia existencia en aras de la libertad, de la autodeterminación, o por el contrario, de la seguridad jurídica.

Pero muy pocos se dieron cuenta de que el problema no estaba fuera… Estaba dentro de cada uno de nosotros. El miedo y el odio están en cada uno de nosotros, y no se van a transformar buscando culpables a los que poder escupir y vomitar esa rabia interior, ese cansancio, esa ansiedad que nos devora, y que no es más que la expresión del veneno moral que corroe y socava nuestra alma poco a poco.

Porque el miedo y el odio son un veneno moral, un veneno espiritual que nos deshumaniza, y que nos hace querer salvaguardar nuestra seguridad, nuestra comodidad, nuestros «pequeños tesoros»,..¿verdad, mi tesoro? .. Si, nos convierte en Gollums, en un » Sucedáneo » de ser humano, en algo que parece humano, pero que cada día lo es un poco menos.

Y eso, el Gollum en que nos vamos convirtiendo, es el verdadero «bicho». El coronavirus no es más que la expresión «Biológica» del miedo y del odio que viven en nuestra alma y en nuestro espíritu.

El miedo y el odio, son un veneno espiritual que genera una asfixia moral, que impide al alma humana respirar y entrar en una correcta relación con su entorno y con otros seres humanos. Que curioso, que el coronavirus , precisamente, al sistema respiratorio y circulatorio.

Cuando en 1945, al final de la II Guerra Mundial se descubrieron los campos de concentración nazis, el mundo se horrorizó, y se pregunto como había sido posible tal maldad.

La filosofa Hannah Arendt describió muy bien el problema subyacente al nazismo: el hombre gris que sigue órdenes, que no tiene un criterio, que no adopta responsabilidad,que se excusa en la institución, en la masa. Ese fue, entonces, en Alemania, el sustrato del nazismo. Ese sustrato hizo posible que, psicológicamente, se justificara considerar a otros serás humanos como «infrahombres» (Untermenschen), a los que despojar de sus propiedades, de sus derechos, de su dignidad, y finalmente de su vida, mediante un método de matar industrializado y optimizado, es decir, procesando a seres humanos, en su camino hacia la muerte, como si fueran materias primas en una fábrica… Como si fueran ‘cosas»…

Hoy, todos nos hemos vuelto nazis. Todos tratamos y somos tratados como cosas en nuestras empresas, en la sanidad, en la administración, incluso en nuestras familias…. Cuando no nos quieren como queremos que nos quieran, nos divorciamos y a hacer puñetas….

El enemigo ya no está más fuera, sino dentro. Y no se salva nadie. Como dice el evangelio, «El que este libre de pecado… ‘

Ahora, la batalla a librar ya no es exterior, sino interior. Cualquier explicación que apunte hacia un enemigo externo, del tipo que sea, te esta engañando, esta apelando al Gollum que cada uno llevamos dentro, no a lo verdaderamente humano que nos caracteriza y nos hace únicos.

¿Y sabes porque?.. Porque nadie te puede manipular si tu no sucumbes al miedo y lo permites; nadie te puede controlar si tu no lo consientes… Nada puede pasar si tu así no lo quieres. Porque esa es la prerrogativa y la verdadera soberanía de cada Yo individual: cada uno de nosotros es potencialmente libre, dependiendo de si es capaz o no de ejercer su libertad interior frente al miedo que le atenaza.

Está es la verdadera batalla: la lucha contra nuestro miedo, para desarrollar el ser humano en mi capaz de ser libre, para desde esa libertad, irradiar amor.

Y no nos engañemos: no es una batalla sencilla. No se trata sólo de transformar el miedo y el odio en cada uno de nosotros, que no es nada fácil, sino también de crear formas sociales y económicas nuevas, que no estén basadas en el miedo ni en el odio. Una cosa no es posible sin la otra. Sin formas sociales basadas en la confianza y en el aprecio por el otro ser humano, no ser posible la vida individual en libertad. Al mismo tiempo, las formas sociales nuevas no serán posibles sin un desarrollo espiritual y moral individual que confronte y transforme nuestro miedo interior.

Una buena amiga y mentora me dijo hace muchos años: «la escucha es para el alma, lo que el aire para los pulmones».

Amigo lector: Puedes comenzar por dar » aire» a tu propia alma, y al alma de los demás, en lugar de asfixiante tu, y asfixiar a lo demás. Se que asusta, pero con compromiso y determinación, se puede lograr. Se llama «aprender a amar».

¿Quieres hacerlo?…


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CoronaVirus y Pandemias: Una imagen distorsionada de la realidad. El comienzo del Gran Hermano. I: Análisis Demográfico .

Hace ahora una semana, viví una situación que, solo un mes atrás, hubiera calificado como surrealista, o de película.

Una media hora antes de que el gobierno de España declarara el Estado de Alerta Nacional, decretando el cierre de todas las actividades económicas de cara al público que no fueran de primera necesidad, y confinando a la población en sus domicilios, restringiendo la libertad de circulación, fui al supermercado a reponer alimentos. Me esperaba una reacción de miedo, pero lo que me encontré superaba mi cualquier expectativa. Estantes vacíos, personas peleando por los últimos productos, nada de carne, nada de huevos….Personas mirando a las que se llevaban los últimos productos antes que ellos, dubitativos, valorando si……La sensación era de estar en un lago de gasolina, esperando que, por cualquier motivo, alguien lanzara una pequeña chispa, que provocaría una deflagración del miedo acumulado…. El miedo, la agresividad, la actitud de auto-defensa, podía «tocarse» en el ambiente.

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