¡Quieran Oirlo los Hombres!

Conversaciones sobre Antroposofia


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El Desafio de Rudolf Steiner I: El Descubrimiento del Puente.

Viena, 1894.

griendsteidl

El Cafe Griendsteidl en la Viena del Siglo XIX

Un joven esbelto, algo palido, de unos 33 años, escribe casi cada tarde en el cafe Griendsteidl, en la Plaza de San Miguel. El cafe, que se encuentra frente a la iglesia de San Miguel, de la orden de los agustinos, es el centro de reunión de muchos de los intelectuales de la ciudad, corazón del entonces casi invencible imperio austro-hungaro. Es la ciudad a la que escasamente diez años antes ha llegado un joven Sigmund Freud, y que ya en estas fechas ha montado su consulta privada para el tratamiento de la histeria, y escribe la obra que, en cinco años, escandalizará primero y cautivará despues a filosofos y medicos, abriendo el camino de la psicología moderna: «La interpretación de los sueños».  Es la Viena de Brentano, quien influenciará no solo a nuestro personaje, que acudió a sus clases de filosofia en la Universidad de Viena unos años antes, sino tambien al propio Freud, y a Edmund Husserl, entre otros. Será la intencionalidad del alma en Brentano la que inspirara a Freud para desarrollar sus ideas sobre psicologia, y a Husserl su fenomenología.

Es la Viena a la que, en escasamente tres años, volvera Gustav Mahler, como Director de la Opera, tras  un largo periplo, por Praga, Budapest y Hamburgo. En definitiva, Viena es, en esos momentos, el corazón intelectual y artístico de Europa.

Cada tarde, nuestro  joven repite el mismo ritual: pide un cafe, una copa de coñac, y un cigarro. Y mientras consume primero el café y luego el coñac, poco a poco, con parsimonia, casi con disciplina mas que con placer,  fuma el cigarro, y escribe a mano, folio tras folio, como si estuviera cincelando cada palabra, cada frase.

Viste una levita negra que le llega hasta las rodillas, una corbata negra un poco anticuada, y lleva un par de anteojos que le hacen parecer inquisitivo. Su sombrero es bastante antiguo, y en conjunto parece un estudiante de teologia con pocos recursos económicos. No obstante, los parroquianos le conocen bien. Se trata del joven Dr. Rudolf Steiner. Es un discipulo del conocido profesor y experto en Goethe, Karl Julius Schröer.

Karl Julius Schröer

De vez en cuando, se celebran batallas de palabras entre los asistentes al cafe. Batallas dialécticas en las que el ingenio es importante, pero sobre todo, se hacen patentes las fuertes controversias filosóficas entre los asistentes, la importancia que dan a su visión del mundo. Como en esa discusión entre el joven Steiner y Herman Bahr: «El joven Steiner es absolutamente incapaz de seguir mi linea de pensamiento», declaro Bahr en una ocasión, «pues esta completamente inmovilizado en sus ideas antiguas y obsoletas!!»; «Al contrario!!», replicó el joven Steiner, «no hay nada más facil que comprender a Herman Bahr!!..Para hacerlo, solo necesito retroceder al momento de mi vida en que aun no había aprendido nada!!».. el lector puede imaginarse como las risas de los parroquianos por la ingeniosa respuesta del joven Steiner, provocaron una respuesta aún más fiera de Bahr.

En esa época, a finales del siglo XIX, tener o compartir una determinada visión del mundo, no erá un asunto cualquiera, sino al contrario, uno muy importante. Hoy, dormidos en nuestro consumismo y en nuestra artificial y falsa búsqueda de la felicidad, hemos olvidado cuan importante es tener una visión de la vida, una «Weltanschauung». Solo algunos «bichos raros» seguirán prestando atención a la filosofia durante el siglo XX. Pero en aquel momento, en 1894, un hombre no podia tener claridad de principios ni de valores si no tenia clara su visión filosófica de la vida.

Pero volvamos al joven Steiner. En ese contexto histórico, nuestro protagonista presenta rasgos muy peculiares. Por un lado, desde su infancia, ha experimentado en multiples ocasiones, la existencia de realidades suprasensibles o no materiales. Para él, no hay duda de la existencia de un mundo espiritual, que transcurre al lado de la vida ordinaria. y que tambien la influencia. Es más, casi se puede decir, que el mundo espiritual es más real para el joven Steiner que el mundo que todos los demás llamamos «normal».

Por otro lado, y en paralelo a esas experiencias, el joven Steiner siempre ha buscado la forma de encontrar un puente, una conexión entre ambas realidades, que le permita comprender la relación entre ellas, y, así, poder presentar al mundo la existencia de ambas realidades y su conexión.  ¿Cómo podría si no presentar al hombre moderno los resultados de mi experiencia suprasensible?….¡No estaría justificado de un modo científico!…y por tanto, no se trataría más que de las experiencias de «otro médium». No; era necesario encontrar un camino de ida y vuelta entre ambos mundos, un camino que pudiera ser recorrido no solo por un hombre con dones especiales, sino por cualquier ser humano moderno.

El joven Rudolf Steiner

Es por ello por lo que, con estricta disciplina, Steiner pide cada tarde, en el Cafe Griendsteidl, un café, una copa de  coñac y un cigarro. Por su propia experiencia, el joven Steiner sabe que la ingesta de cafe, alcohol y tabaco, destruye las capacidades clarividentes. Lo que provoca en cualquier otro ser humano  estimulo intelectual, así como relajación y desinhibición, destruye en en el joven Steiner  su capacidad clarividente, su capacidad de percibir lo suprasensible, puesto que las sustancias indicadas estimulan y potencian su percepción fisica, sensorial. El quiere ser como otro hombre más de su época, para, desde ahi, reconstruir el puente hacia lo espiritual de un modo tal, que cualquiera pueda recorrerlo. De un modo tal, que cualquier ser humano pueda lograr la misma certeza de la existencia de un mundo suprasensible que la que tenemos del mundo que nos rodea.

La intención del joven Steiner es, por tanto, revolucionaria: pretende construir una «ciencia» de lo espiritual, o al menos, colocar sus cimientos.

¿Cual podría ser ese cimiento solido, ese punto de apoyo que permitiera al ser humano obtener certeza de lo que se considera mera ilusión, mera creencia?… El reto no es pequeño. Se trata de unificar la esfera de la religión y de la ciencia, de unir lo que tradicionalmente ha pertenecido al dominio de la religión con lo que tradicionalmente ha pertenecido al dominio de la ciencia. Unir dos esferas de la experiencia humana, tradicionalmente opuestas. A lo largo de los años siguientes, el joven Steiner será atacado desde ambos lados, por atreverse a semejante «osadía».

En el pensamiento científico de 1894, donde la psicología es aun una «sugerencia» científica, y las discusiones sobre el alma y sobre la capacidad de conocimiento del ser humano se realizan todavía en las cátedras de filosofía, el pensamiento kantiano y post-kantiano es la escuela predominante. Es del dominio publico el hecho de que el mundo que el ser humano percibe a su alrededor no es más que una ilusión generada por sus sentidos y su sistema nervioso (algo que no mucho mas tarde, ciencias como la fisiología y la medicina se encargarán de, aparentemente, «validar»).

En términos muy breves, la opinión general del momento es que todo lo que vemos no es más que una ilusión o proyección generada por los sentidos, a partir de los estímulos que recibe nuestros sistema nervioso. O dicho en plata, que el paisaje que vemos, la mesa a la que nos sentamos, las paredes de nuestras en casa, el tacto de las manos de un ser querido…en fin, todo lo que nos rodea no es más que una imagen que construye nuestro sistema nervioso y nuestro cerebro como respuesta a los impulsos de todo tipo, que recibimos continuamente desde el exterior (estímulos luminosos, electricos y magneticos, en forma de impactos de fotones, electrones, fuerza atractiva entre los atomos que conforman las moleculas, etc….), y ue nunca podremos llegar a percibir tal cual, puesto que nuestros sistema nervioso inmediatamente «codifica» esos estímulos y construye la imagen del mundo que vemos en nuestro derredor.

Todo lo anterior significa que el ser humano esta encerrado en una cárcel sensorial subjetiva de la que es imposible salir. Ante nosotros tenemos, pongamos por caso, una mesa, pero en realidad no es una mesa, sino un conjunto de átomos que entran en relación a través de distintas fuerzas electrico-magneticas de atracción y repulsión. La mesa que vemos no es mas que la ilusión generada por nuestro cerebro, por nuestro sistema nervioso.

Las ciencias apoyan este nuevo paradigma, derivando más y más sus experimentos hacia una supuesta realidad invisible (entonces átomos, fotones, etc… hoy taquiones, o bosones de higgings…) en la que subyacen las fuerzas causantes de la realidad que percibimos, la cual nos parece la verdadera realidad, pero que, para nuestra desgracia, es «ilusoria». La religión, por su parte, aprovecha esta teoría filosófica (inaugurada por Enmanuel Kant, Filosofo Aleman profundamente católico) y opta por asignar a Dios el papel de realidad objetiva, creador y causa ultima de la constitución humana (así como de los atomos, fotones, taquiones y demás familia…), y capaz, en aquellos casos en que el lo considera adecuado, de iluminar al hombre, permitiéndole atisbar el reino de lo espiritual, en que viven las verdaderas causas de las cosas, siguiendo la voluntad del Creador.

Inmanuel Kant

Esta visión del mundo tomo en su dia el nombre de «Idealismo Trascendental». Como tal, hasta el día de hoy, no ha sido «oficialmente» superada, y como consecuencia, ha marcado de forma decisiva, el desarrollo de la ciencia, de la psicologia, y de la religion modernas.

En este contexto, el joven Steiner lucha denodadamente por encontrar un camino «verdaderamente» científico que permita al hombre moderno, por un lado, salir del laberinto en que lo ha encerrado Kant, y por el otro, encontrar un camino «certero» hacia el autodesarrollo y la libertad, basado en el auto-conocimiento.

Ya siendo muy joven, Steiner ha tenido una experiencia clave que le permitirá, mas tarde, describir este camino de salida de un modo filosófico y epistemológico, creando con ello la base de una visión del mundo o «Weltanschauung» diferente, y con ello, la posibilidad de una «ciencia» diferente, de una ciencia no opuesta a lo espiritual, sino en completa armonía y concordancia con ello. Esta experiencia no es, ni más ni menos, que la experiencia de la geometría. En efecto, el jovencísimo Steiner, al leer su primer libro de Geometria, se sorprende al encontrar en el libro, en las figuras geométricas, algo que el mismo percibe como realidades suprasensibles que forman parte de la realidad que le rodea.

Hoy, en efecto, sabemos que las formas geométricas se encuentran en la naturaleza por doquier, en la formación de la hélice de crecimiento de las plantas, en los panales de las abejas, en la estructura de la materia, etc…. pero el punto importante no está tanto en su presencia, sino «en que capacidad usamos» para reconocer dichas formas. Este será el punto clave que a partir de 1882 el Joven Steiner utilizará como punto de apoyo para el desarrollo de su epistemología, de su Gnoseologia, y que escribirá en tres libros fundamentales: Verdad y Ciencia, su tesis doctoral en la Universidad de Rostock, La Teoría del Conocimiento basada en la concepción Goetheana del Mundo, y finalmente, La Filosofía de la Libertad en 1894.

En efecto, gracias a su peculiar disposición hacia lo suprasensible, el joven Steiner había podido «percibir» las formas geométricas como formas activas en la creación del mundo natural, como fuerzas formativas de la naturaleza toda, antes de reconocerlas en libro alguno. Al encontrarlas en el libro de geometría, el joven Steiner reconoce dichas formas, pero en este caso las formas han llegado al libro a través no de una percepción directa, sino «a través del pensamiento humano». Es decir,  ¡¡el pensamiento humano es, en si mismo, un camino que permite la percepción de lo suprasensible!! Este era el puente que estaba buscando y que años mas tarde describiría de forma filosófica.

Sin embargo, el pensamiento tiene una característica especial respecto a la percepción clarividente: en el caso de esta última, la percepción, sencillamente, «sucede». No es una percepción voluntaria, del mismo modo que, en la vida cotidiana, abrimos los ojos y vemos, o el sonido de la calle llega hasta nuestros oídos. Podemos cerrar los ojos, pero no podemos impedir que la luz atraviese los párpados, del mismo modo que no podemos cerrar nuestros oídos. No depende de nosotros percibir el mundo, solo como reaccionamos ante la percepción misma.

1000-aloe_espiralSin embargo, en el caso del pensar humano, se trata de una actividad producida por el hombre mismo. Se trata aquí de una actividad enteramente libre. Es el hombre mismo quien produce su propio pensar (no los conceptos, sino la actividad pensante), y por ello, un estado completamente nuevo, excepcional, hace acto de presencia mediante el uso del pensar humano, que no esta presente, en principio, en ningún otro ámbito: la libertad humana.

Así, Steiner descubre no solo un puente entre el mundo científico moderno, basado en la capacidad pensante del hombre actual, sino que además, descubre que en dicha actividad pensante se manifiesta un estado totalmente nuevo en la historia humana: la posibilidad de generar algo de forma completamente «libre».

Esta experiencia permite a Steiner aventurarse en el proceso de perder la clarividencia, llamemos, antigua o heredada, para desarrollar lo que podríamos denominar, una nueva clarividencia, basada en la intensificación de las fuerzas ya presentes en el proceso de desplegar la actividad pensante humana,

Todo lo descrito anteriormente, debidamente desarrollado en los tres libros antes indicados, muestra al hombre moderno la salida del laberinto Kantiano. Dejo al lector el ejercicio de realizar la lecturas correspondientes, y encontrar por si mismo y por su propia experiencia dicho camino «de salida».

Sin embargo, una cosa es ver el puente, y otra muy distinta, cruzarlo, con todos los obstáculos que ello implica. En efecto, el hombre moderno y la ciencia natural, basa su certeza en la supuesta tangibilidad del mundo exterior. El hombre moderno solo cree en lo que «ve» y en lo que «toca», ¡¡a pesar de afirmar, por otro lado, que dichas experiencias son ilusorias!! En cualquier caso, el mundo externo se considera «objetivo», es decir un mundo de objetos independiente del hombre, y el mundo interior, un mundo «subjetivo», esto es, generado por el sujeto, y por tanto dependiente del mismo. Al primero le otorgamos certeza y existencia «per se», y al segundo, lo consideramos fantasioso, ilusorio, y por tanto, inexistente «per se», pues solo existe en cuanto que el sujeto lo produce.

Sin embargo, desde el momento en que la propia actividad pensante es generada por el ser humano mismo, y siendo la actividad pensante la herramienta que el ser humano usa para «conocer» y alcanzar certeza, pareciera que eliminamos la potencial objetividad del acto de conocer humano, y lo sometemos todo al arbitrio de la subjetividad y la ilusión.

Nada más fuera de la realidad, si uno es un observador agudo. En efecto, la pregunta clave aquí sería si las ideas o conceptos que el ser humano experimenta en la actividad pensante, son entes «per se», o son por el contrario, creaciones humanas subjetivas. La moderna psicologia responderá lo segundo, derivándose de la visión kantiana de la que ya hemos hablado antes. Sin embargo, el joven Steiner disecciona el acto de conocimiento humano con una observación precisa, cual cirujano experto, y encuentra en dicha observación la clave que le permitirá cruzar hasta el otro extremo del puente, superando los peligros del camino del conocimiento: la ilusión, la arrogancia, y el miedo.

Este y no otro es el camino hacia la certeza espiritual, o hacia la experiencia «científico-espiritual», esto es, la segunda parte del camino comentado más arriba. Dicho de otro modo, el joven Steiner, una vez que ha sido capaz de indicar el error de la visión del mundo arriba indicada, el «Idealismo trascendental», se re-formula la pregunta: » ¿puede conocer el ser humano de forma objetiva, de un modo que le permita obtener certeza? ¿Es capaz el pensar humano de ser el medio que permite al hombre conocer objetivamente, con certeza, más allá de toda duda, cualquier experiencia que venga a su encuentro, ya proceda del mundo exterior o del mundo interior?….

Esta es la pregunta que nos formula el joven Steiner con solo 33 años, en 1894, en su libro «La Filosofia de la Libertad». En el original aleman, podemos encontrar la frase «¿Puede el pensar humano ser la base de toda experiencia que le llega al hombre desde el exterior o desde el interior, pues la duda y el juicio critico conducen siempre a la esfera de lo incierto?»

La apostilla final, querido lector, es clave para entender la dirección que toma Steiner en su observacion científica. No se trata de usar «la duda y el juicio critico», sino un pensar que no se basa en ellos. ¿Y porque es tan importante dicha observacion?…por el hecho de que el uso de la duda y del juicio critico, han sido la forma de pensamiento preponderante desde Descartes, en el siglo XVI, y su ya famoso «Pienso luego existo«, y es esa forma de pensamiento la que nos ha llevado hasta el laberinto kantiano. Se trata por tanto de descubrir si existe la posibilidad de «pensar» de otro modo, no mediante el juicio critico, y su compañera inseparable, la duda metódica.

Por tanto, el joven Steiner propone no ya unir dos esferas tradicionalmente opuestas como la religión y la ciencia, sino hacerlo a través de una nueva forma de pensar, de una nueva «Gnosis», de un nuevo modo de conocer. Esto situa su intento en el terreno de la «epistemología», es decir, no se trata ya de un creador de conocimiento, sino de un creador de un modo de conocimiento. 

Este modo de conocimiento es el único camino posible para al ser humano moderno, en su necesidad de pasar del estado dualista de separación entre la ciencia natural y la metafísica,, hacia lo que más tarde Steiner llamará «Antropos-the green snakeSofia», o «Ciencia del Espíritu»., esto es, una concepción del mundo «monista», en la que lo físico y lo metafísico no están separados, sino que se entrelazan de modo continuo en la formación de la la realidad, con el ser humano como co-creador de la misma.

Por ello, no es posible en modo alguno experimentar «Antropos-sofia» mediante el uso del pensar científico ordinario, es decir, mediante el uso de la duda y el juicio critico. O dicho de otra manera: Antropos-Sofia es la experiencia del «puente» entre el mundo sensible y el mundo suprasensible. Esto es lo que quiere decir «Sofia a través  de lo humano (Antropos)», así como tambien, en sentido contrario, la definición de Antroposofia dada por Rudolf Steiner y harto conocida: «La Antroposofia es un sendero de conocimiento que quisiera conducir lo espiritual en el hombre a lo espiritual en el Universo». Ambas definiciones representan las dos direcciones del puente: de lo sensible a lo suprasensible, y de lo suprasensible a lo sensible. Fuera de este puente, inevitablemente uno ha de situarse o en la esfera de la creencia, de la percepción mediumnistica, o de la percepción subjetiva interior, tradicionalmente asociadas al dominio de lo «Espiritual» o «Religioso», o bien en el dominio de la duda y el juicio critico, metodo tradicionalmente ligado al proceso científico. Ambas tendencias han de ser superadas para acceder al puente que permite la conexión entre ambos mundos, al puente de  «Antropos-sofia».

(continuará…..)