¡Quieran Oirlo los Hombres!

Conversaciones sobre Antroposofia


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El Desafio de Rudolf Steiner II: Desde el Puente.

LAS DOS ORILLAS.

La portada original de "La Filosofia de la Libertad", publicada en Berlin, 1894.

La portada original de «La Filosofia de la Libertad», publicada en Berlin, 1894.

En casi toda discusión o dialogo, incluyendo también (y quizá de modo aun más intenso) las discusiones en el mundo antroposófico , es muy común encontrarse con dos posiciones muy específicas. La primera es, la que yo llamo: «cada uno tiene su verdad».

Esta posición considera la propia experiencia personal y la formulación más o menos lógica (la mayor parte de las veces sencillamente una asociación de ideas) que uno haya hecho, como perfectamente valida (en muchos casos icon el único fundamento de que «mi corazón/mi sentir me dice que es cierto»). Lo malo de esta disposición, es que, solo a modo de ejemplo, la historia nos enseña que no siempre «el corazón» (o de forma mas exacta, lo que emerge en el interior de la psique de la persona en cuestión) nos dice la verdad o «lo correcto». Lo que el corazón le decia a Romeo y a Julieta,  a los romanos que defendían Roma de los barbaros, o a los escoceses que luchaban contra los ingleses al mando de William Wallace, esto es, que su amor triunfaria, que Roma venceria, o que los Escoceses alcanzarian la merecida independencia, no fue así en ninguno de los casos.

No hablemos de la enorme cantidad de veces en que «nuestro corazón» nos ha engañado haciéndonos creer en el amor de alguien por nosotros, en la confianza que teniamos que depositar en tal persona, o en lo espiritual de tal o cual persona o iniciativa, solo para descubrir un cierto tiempo más tarde, que aquella persona no nos amaba, que la confianza depositada no era merecida, o que lo espiritual de aquella persona o institucion era, cuando menos muy diferente de «nuestra» idea de lo espiritual.

En fin, tratamos aqui con lo que podriamos llamar «la verdad como descubrimiento subjetivo».

Las personas, Antroposofos o no, que tienden a esta posición suelen autodenominarse «personas de sentimiento» o «de voluntad», y suelen considerar los argumentos racionales y las pruebas cientificas como algo «frio», «rigido» y «falto de vida».

Resumiendo lo anterior, la experiencia nos indica que, aquello que proviene de nuestro interior, no adquiere certeza por el mero hecho de ser interior. O dicho de otra manera, lo interior puede ser tan ilusorio como lo que proviene del exterior, y del razonamiento lógico.

La segunda posición es la que yo llamo: «Mi verdad, basada en la lógica y en los hechos, es la única verdad». Esta es la que basa la objetividad de las propias afirmaciones en la lógica interna que las sustenta, y en los supuestos hechos que las prueban. Un ejemplo de esta afirmación es la siguiente propuesta lógica:

«Juan es español.

Todos los españoles son valientes.

Por tanto, Juan es valiente».

Se trata de un juicio «lógico». De dos afirmaciones iniciales, obtenemos una tercera denominada «Conclusión». Si damos por verdaderas las dos primeras afirmaciones, hemos de considerar irrefutablemente valida la tercera. Este método de pensamiento fue iniciado por el filósofo griego Aristóteles de Estagira, y se convirtió en la base de la ciencia moderna.

No obstante,  también en este caso encontramos ciertos problemas a la hora de obtener certeza. En efecto, es perfectamente posible formular una proposición lógica sin que esta sea «verdadera». Un ejemplo de esta posibilidad sería:

«Juan tiene 20 Euros.

Cada pan del panadero vale 5 Euros.

Por tanto, Juan solo podrá comprar 4 panes».

La lógica de esta afirmación es irrefutable. Pero no tiene en cuenta los hechos. Podría suceder, por ejemplo, que el panadero, le regalara a Juan un pan de más por su simpatía, o porque lleva muchos años comprándole al mismo panadero. El pobre Juan se llevo una buena reprimenda por parte de su madre por venir con cinco panes, acusándole de haber robado un pan al panadero, y solo puedo salir del atolladero cuando el panadero aclaró que el había decidido regalar un pan extra al pequeño Juanito.

Del mismo modo que en la anterior tendencia, existe la ilusión de que el mundo interior nos hara testigos de la verdad, en este caso, existe la ilusión de que será el mundo exterior y la lógica asociada la que nos permitirá obtener certeza. Se supone que, teniendo todos los hechos ante nuestra conciencia, seremos capaces de encontrar la verdad, la ley que regula los eventos, la certeza respecto de los hechos. Sin embargo, esta tendencia no tiene en cuenta el hecho de que la lógica como tal, tiene limites definidos de validez, tales como los definidos en el ejemplo de Juanito y el panadero.  De facto, el problema del pensamiento lógico-cientifico es dual: por un lado, la lógica actua en base a reglas de concordancia y consistencia, no siendo capaz, por ejemplo de resolver «las paradojas«. Un ejemplo de paradoja es la siguiente:

«Juan es español.

Juan dice que todos los españoles son mentirosos.».

Si esta afirmación es cierta, Juan esta mintiendo, lo cual quiere decir que «Todos los españoles dicen la verdad». Pero si todos los españoles dicen la verdad, entonces Juan dice tambien la verdad, de donde debemos de concluir que «todos los españoles mienten». Volvemos a empezar!!.. Este es un ejemplo clásico de bucle lógico o cinta de moebius.

Por otro lado, la disposición lógico – científica no considera el hecho de que, tal y como esta constituida normalmente la conciencia del hombre moderno, nuestras percepciones son, por definición, limitadas. Podemos percibir algo en un momento dado, pero no podemos percibirlo, en principio, a lo largo de su proceso de desarrollo. Del mismo modo, percibimos un objeto desde un determinado punto de vista espacial, pero no podemos percibirlo simultaneamente desde todos los puntos de vista posibles. Por ello, necesariamente, siempre estamos «perdiéndonos» parte de la realidad a la hora de percibir los así denominados «hechos».

El pensador

Las personas, Antroposofos o no, que tienden a esta posición suelen autodenominarse «personas de pensamiento» o «de conciencia», y suelen considerar los sentimientos, las sensaciones, los presentimientos, y en fin, todo aquello semi-consciente que proviene del interior de la psique como algo «vago», «fantasmagórico» y «falto de rigor y de fundamento».

Por tanto, podemos ver ahora que tampoco el mundo exterior, ni el pensamiento lógico-científico nos permite obtener certeza. Lo exterior, de nuevo, puede ser tan ilusorio como lo interior.

Por tanto, justificado ya el hecho de que ni el mundo interior ni el mundo exterior nos proporciona certeza, cobra todo el sentido, volver a formularnos con toda seriedad, la pregunta del joven Rudolf Steiner: ¿Puede el pensar humano ser la base de toda experiencia que le llega al hombre desde el exterior o desde el interior, pues la duda y el juicio critico conducen siempre a la esfera de lo incierto?»

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Yo tengo un sueño (I have a dream)..

El 28 de Agosto de 1963, el Dr. Martin Luther King pronunciaba su famoso discurso «I have a dream», desde las escalinatas del Monumento a Lincoln. Este momento marco un hito en la historia del siglo XX, y constituyo un ejemplo de comportamiento inspirativo no violento. El 20 de Enero de 2009, 46 años mas tarde, por primera vez en su historia, un hombre negro, Barack Obama, alcanzó la presidencia de los Estados Unidos de America, que habia disputado con una mujer.

Muchos mas impulsos se gestaron en los años 60. Mayo del 68, el Flower Power del movimiento hippy,  la invasión de Praga por los tanques sovieticos, incluso en España, se comenzó a percibir que habia un mundo ahi fuera….y todas estas manifestaciones tenian un elemento en común: ¡¡Despierta, se tu mismo, y conecta con tus sueños!!

En muchos casos, estos sueños se manifestaron de un modo violento. En otros casos como un idealismo abstracto que parecia no conducir a nada, pero de un modo u otro, aquellos años fueron frontera. Al acercarse el ultimo tercio del siglo XX, algo muy profundo comenzó a despertar en el ser humano. La antigua jerarquia social, sencillamente, perdió su vigencia de forma definitiva. El individuo comenzó a pedir mas y mas espacio para decidir por si mismo.  Y este espacio de decisión fue llamado «libertad».

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SOBRE EL SABER DEL ANTROPÓSOFO.

Artículo escrito por Juan Luis Morales Aguilar.

Frecuentemente se pueden observar entre nosotros los antropósofos actitudes o valoraciones estrictas cuando no inquisitorias en relación a lo que consideramos aportaciones, posiciones o filosofías equivocadas, o hacia los errores y debilidades de los demás. Estas actitudes se pueden manifestar entre antropósofos y también entre personas de cualquier otro ámbito de la vida, aunque existe una tendencia a que afecte de forma más enfatizada a los miembros de la Sociedad Antroposófica. Se pueden apuntar varias razones de esta particularidad de los miembros de la Sociedad Antroposófica; entre otras, un reforzamiento de la conciencia individual producido por el empeño en el estudio y en el autodesarrollo siguiendo la particular metodología antroposófica, que promueve, entre otras características, un reforzamiento del pensamiento y del sentido crítico.

Cuanto mayor es el saber acumulado más frecuentemente se suele acentuar esta propensión -aunque afortunadamente muchas veces no sea así – siendo, a mi juicio, esta tendencia un barómetro a tener en cuenta para evaluar la propia sana apertura hacia lo nuevo que nos viene de fuera. Hoy en día, esta actitud abierta, comprensiva e integradora es un reto personal muy importante y quizás decisivo para los miembros de la Sociedad Antroposófica, a los efectos de que la Antroposofía pueda cumplir sus objetivos.

La arquitectura del conocimiento antroposófico sobre el Ser Humano y el Mundo es muy compleja, abarcando todos los ámbitos de la vida. Quizás ese enorme caudal de conocimientos, que se amplía continuamente, tiende a situarnos de una forma progresivamente más definida ante los requerimientos de la vida. Y eso puede fortalecernos en nosotros mismos, pero también puede debilitar nuestra verdadera tolerancia y apertura al exterior si esta posición no va acompañada de una imprescindible pregunta personal que me parece conveniente que nos hiciéramos frecuentemente…

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Creando Antroposofia…

Soy miembro de la Sociedad Antroposófica desde hace ahora exactamente 21 años.

He participado en el proceso de varias iniciativas, algunas de las cuales han marcado un antes y un después, para bien y para mal, en el movimiento antroposófico en España. también, he tenido, en mi opinión, la suerte de poder viajar y vivir en distintos países, y con ello entrar en relación con movimientos ligados directa o indirectamente a la Antroposofía, desde el movimiento Camphill, principalmente en Irlanda e Inglaterra, la Asociación para el Desarrollo Social, formada por consultores de todo el mundo cercanos a la Antroposofía y que siguen el impulso de Bernard Lievegoed, hasta conocer mas o menos bien las sociedades antroposóficas de países como Holanda, Finlandia, y como no, la Sociedad General y a varios miembros del mismo Vorstand como «colegas» de trabajo en varios seminarios, simposios, conferencias, etc…

Todo ello no lo cuento a efectos de ponerme ninguna medalla, sino a efectos de explicar un fenómeno que he encontrado repetido una y otra vez, en mayor o menor grado, en todos los círculos «antroposóficos» o simpatizantes en los que he tenido la ocasión de participar. Este fenómeno se llama de muchas maneras, pero a mi me gusta denominarlo de una manera muy especifica: lo llamo «antroposofitis». Otros lo llaman «conferencitis», y algunos otros «discusioncitis». En realidad es una mezcla de «conferencitis» con «discusioncitis» junto con un síndrome adicional que podríamos llamar «Steineritis». Todo lo anterior junto da lugar a la «antroposofitis».

¿Y en que consiste la «Antroposofitis»?…pues tiene dos tipos de síntomas:  síntomas individuales, muy parecidos en todos los afectados, y síntomas sociales, también muy parecidos en todas las organizaciones o instituciones afectadas.

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