Existe una tendencia en algunos miembros de nuestra Sociedad Antroposófica cuando hablamos del «Círculo de Iniciativas»: la reacción ante lo antiguo que ya conocemos y no queremos que vuelva a suceder. Y su consecuencia más inmediata es la parálisis ante planteamientos nuevos que no conocemos y que nos implican. Aprender del pasado no significa aplicar soluciones antiguas a las formas emergentes actuales. Esto es un planteamiento rígido que aniquila nuevos impulsos. C. Otto Scharmer habla de «aprender del futuro tal y como emerge». Esta forma de aprender requiere INTUICIÓN. Y a la vez supone correr el riesgo de la ambigüedad, la incertidumbre y la posibilidad de error. Las situaciones que se plantean son novedosas e incluso en ocasiones utópicas. La intuición siempre se mueve en el campo de lo imposible. El miedo y el riesgo a «ser activos» se equilibran con el sentimiento de formar parte consciente de una nueva realidad social.
No significa forzosamente que aquello que hacemos esté mal y haya que cambiarlo, puede que lo que ya hacemos sea apropiado y suficiente. Pero lo que sí implica en todos los casos es «elevar nuestra consciencia», profundizar en nuestro nivel de atención y abrirnos a los acontecimientos sociales… ¿Cuáles son nuestros prejuicios? ¿Qué observo nuevo y debo tomar en consideración? Y la respuesta a estas preguntas desemboca siempre en nuevas preguntas. ¿Qué necesitas? Esto implica posicionarme en la realidad, evaluar mis recursos y abrirme a lo nuevo.
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Nacido en Granada, España, en 1971.
Miembro de la Sociedad Antroposofica de España desde 1988, y Miembro de la Sociedad Antroposofica General desde 2005. Miembro de la Seccion Social de la Escuela Superior de Ciencia del Espiritu con Sede en Dornach, Suiza, desde 1991, y miembro de la Conferencia Economica de la Seccion Social de la Escuela Superior, desde 2005.
He vivido varios años en Holanda y en Finlandia, con viajes y estancias cortas en EEUU e Inglaterra. Esto me ha permitido conocer de primera mano otras culturas y otras formas de "hacer antroposofia". Desde el 2010 vivo y trabajo en España.
Autor del Libro "La Economía de la Confianza" (Ed. IAO, 2014. Madrid).
Consultor Organizacional, Co-fundador del Banco Etico Triodos Bank en España, y fundador de Triforma primero, y posteriormente Vortex, las únicas empresas españolas de consultoria de organizaciones basadas en los desarrollos de Rudolf Steiner, Bernard Lievegoed y Margarete Van Den Brink.
En mi trabajo como consultor, mi foco principal es ayudar a desarrollar una nueva forma de organización económica y social, centrada en el ser humano, que ponga en relación de forma equilibrada los principios de libertad, igualdad y fraternidad.
Para avanzar en esa dirección, creo fundamental desarrollar en los individuos y en las organizaciones una cultura "social" mas profunda que la actualmente existente. En esta dirección, y siguiendo a Goethe, creo que "la conversación", el proceso de escucha intensificado y debidamente entrenado, es y será la fuente de cualquier futuro creador entre los seres humanos.
22 marzo, 2011 en 12:20
¿Es algo viejo el Círculo de Iniciativas?
El problema del Círculo de Iniciativas no es que este sobrepasado por antiguo, sino que no es comprendido por moderno y trasgresor de lo caduco y viejo. Otro de sus problemas, quizás el más grave, es las interpretaciones que de él se hicieron, casi cada cual la suya. Si sumamos a esto los egos fuertes y poderosos que entraron en juego y que lo convirtieron en un campo de batalla, su final fue lógico y si se me permite hasta necesario.
Más, ¿qué había detrás de lo aparente?. Yo siempre lo entendí como la forma en eterna metamorfosis. El espacio penetrado por el tiempo que hace posible que una misma forma se transforme de acuerdo con las necesidades de cada tiempo. Es la Aventura quijotesca de ser y estar. Desde el ser estar despierto y consciente en cada momento, para aportar el ¿qué necesita? y el ¿qué necesitas? Y, a través del diálogo, de la palabra (Quijote es el Caballero de la Palabra) llegar a dar respuesta a las necesidades. Pero para eso se precisa sentido del valor, del deber y de la experiencia. Del valor real que tienen las cosas, no el que nosotros le damos; deber de hacer lo que quiero (entendiendo este quiero como lo que surge de la fantasía moral); y el de la experiencia, que es la que ha aprendido el Caballero no por lo vivido, sino por el reconocimiento de que cada situación, por inédita, necesita de respuestas nuevas, para las que nada sirve la “experiencia” acumulada lo largo de los años.
Este es el camino de la Aventura, el camino del Círculo (o como se quiera llamarlo, es lo de menos). El que va desde la objetividad, dar el valor real de las cosas, pasando por la subjetividad el yo quiero, para llegar, otra vez, a la objetividad de esa nueva experiencia que te lleva a reconocer como nueva cada situación. Sólo en este entorno cobra verdad el ¿qué necesita?, el ¿qué necesitas?. La pregunta, la palabra que olvidó herir. Entrar en otros juegos puede resultar peligroso.
Otro problema fue y es ¿qué es y qué no es práctico?. No confundamos lo práctico con el practicismo. Para hacer, antes hay que saber lo que se hace, cómo se hace y por qué se hace. La discusión previa es necesaria para resolver todas las variables y hacer efectivo un hacer. Las discusiones sobre el dinero, el voto delegado, la presencia física. . . es tan práctico como para otros mover una silla (como a mi me dijeron en cierta ocasión). El problema no está en mover la silla, la verdadera dificultad se encuentra en donde colocarla. Resolvamos el cómo, el dónde y el por qué y seguro que situamos la silla en el lugar ideal, de lo contrario podemos correr el peligro de colocarla en la cabeza del prójimo.
Para terminar, no quiero hacerme pesado, no creo que el Círculo, vamos el espíritu que levitó sobre aquel acontecimiento, este superado y sea viejo, más bien pienso que debemos, de forma consciente, abierta y plural reiniciar un diálogo nuevo y enriquecedor donde todos estos problemas sean nuestro centro de atención. Para ello se necesita, sobre todo, humildad y que algunos dejen respirar y no opriman con el peso de su “experiencia”, “conocimientos” o “prestigio” un corazón en el que quiere palpitar lo nuevo.
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