¡Quieran Oirlo los Hombres!

Conversaciones sobre Antroposofia

El Desafio de Rudolf Steiner II: Desde el Puente.

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LAS DOS ORILLAS.

La portada original de "La Filosofia de la Libertad", publicada en Berlin, 1894.

La portada original de «La Filosofia de la Libertad», publicada en Berlin, 1894.

En casi toda discusión o dialogo, incluyendo también (y quizá de modo aun más intenso) las discusiones en el mundo antroposófico , es muy común encontrarse con dos posiciones muy específicas. La primera es, la que yo llamo: «cada uno tiene su verdad».

Esta posición considera la propia experiencia personal y la formulación más o menos lógica (la mayor parte de las veces sencillamente una asociación de ideas) que uno haya hecho, como perfectamente valida (en muchos casos icon el único fundamento de que «mi corazón/mi sentir me dice que es cierto»). Lo malo de esta disposición, es que, solo a modo de ejemplo, la historia nos enseña que no siempre «el corazón» (o de forma mas exacta, lo que emerge en el interior de la psique de la persona en cuestión) nos dice la verdad o «lo correcto». Lo que el corazón le decia a Romeo y a Julieta,  a los romanos que defendían Roma de los barbaros, o a los escoceses que luchaban contra los ingleses al mando de William Wallace, esto es, que su amor triunfaria, que Roma venceria, o que los Escoceses alcanzarian la merecida independencia, no fue así en ninguno de los casos.

No hablemos de la enorme cantidad de veces en que «nuestro corazón» nos ha engañado haciéndonos creer en el amor de alguien por nosotros, en la confianza que teniamos que depositar en tal persona, o en lo espiritual de tal o cual persona o iniciativa, solo para descubrir un cierto tiempo más tarde, que aquella persona no nos amaba, que la confianza depositada no era merecida, o que lo espiritual de aquella persona o institucion era, cuando menos muy diferente de «nuestra» idea de lo espiritual.

En fin, tratamos aqui con lo que podriamos llamar «la verdad como descubrimiento subjetivo».

Las personas, Antroposofos o no, que tienden a esta posición suelen autodenominarse «personas de sentimiento» o «de voluntad», y suelen considerar los argumentos racionales y las pruebas cientificas como algo «frio», «rigido» y «falto de vida».

Resumiendo lo anterior, la experiencia nos indica que, aquello que proviene de nuestro interior, no adquiere certeza por el mero hecho de ser interior. O dicho de otra manera, lo interior puede ser tan ilusorio como lo que proviene del exterior, y del razonamiento lógico.

La segunda posición es la que yo llamo: «Mi verdad, basada en la lógica y en los hechos, es la única verdad». Esta es la que basa la objetividad de las propias afirmaciones en la lógica interna que las sustenta, y en los supuestos hechos que las prueban. Un ejemplo de esta afirmación es la siguiente propuesta lógica:

«Juan es español.

Todos los españoles son valientes.

Por tanto, Juan es valiente».

Se trata de un juicio «lógico». De dos afirmaciones iniciales, obtenemos una tercera denominada «Conclusión». Si damos por verdaderas las dos primeras afirmaciones, hemos de considerar irrefutablemente valida la tercera. Este método de pensamiento fue iniciado por el filósofo griego Aristóteles de Estagira, y se convirtió en la base de la ciencia moderna.

No obstante,  también en este caso encontramos ciertos problemas a la hora de obtener certeza. En efecto, es perfectamente posible formular una proposición lógica sin que esta sea «verdadera». Un ejemplo de esta posibilidad sería:

«Juan tiene 20 Euros.

Cada pan del panadero vale 5 Euros.

Por tanto, Juan solo podrá comprar 4 panes».

La lógica de esta afirmación es irrefutable. Pero no tiene en cuenta los hechos. Podría suceder, por ejemplo, que el panadero, le regalara a Juan un pan de más por su simpatía, o porque lleva muchos años comprándole al mismo panadero. El pobre Juan se llevo una buena reprimenda por parte de su madre por venir con cinco panes, acusándole de haber robado un pan al panadero, y solo puedo salir del atolladero cuando el panadero aclaró que el había decidido regalar un pan extra al pequeño Juanito.

Del mismo modo que en la anterior tendencia, existe la ilusión de que el mundo interior nos hara testigos de la verdad, en este caso, existe la ilusión de que será el mundo exterior y la lógica asociada la que nos permitirá obtener certeza. Se supone que, teniendo todos los hechos ante nuestra conciencia, seremos capaces de encontrar la verdad, la ley que regula los eventos, la certeza respecto de los hechos. Sin embargo, esta tendencia no tiene en cuenta el hecho de que la lógica como tal, tiene limites definidos de validez, tales como los definidos en el ejemplo de Juanito y el panadero.  De facto, el problema del pensamiento lógico-cientifico es dual: por un lado, la lógica actua en base a reglas de concordancia y consistencia, no siendo capaz, por ejemplo de resolver «las paradojas«. Un ejemplo de paradoja es la siguiente:

«Juan es español.

Juan dice que todos los españoles son mentirosos.».

Si esta afirmación es cierta, Juan esta mintiendo, lo cual quiere decir que «Todos los españoles dicen la verdad». Pero si todos los españoles dicen la verdad, entonces Juan dice tambien la verdad, de donde debemos de concluir que «todos los españoles mienten». Volvemos a empezar!!.. Este es un ejemplo clásico de bucle lógico o cinta de moebius.

Por otro lado, la disposición lógico – científica no considera el hecho de que, tal y como esta constituida normalmente la conciencia del hombre moderno, nuestras percepciones son, por definición, limitadas. Podemos percibir algo en un momento dado, pero no podemos percibirlo, en principio, a lo largo de su proceso de desarrollo. Del mismo modo, percibimos un objeto desde un determinado punto de vista espacial, pero no podemos percibirlo simultaneamente desde todos los puntos de vista posibles. Por ello, necesariamente, siempre estamos «perdiéndonos» parte de la realidad a la hora de percibir los así denominados «hechos».

El pensador

Las personas, Antroposofos o no, que tienden a esta posición suelen autodenominarse «personas de pensamiento» o «de conciencia», y suelen considerar los sentimientos, las sensaciones, los presentimientos, y en fin, todo aquello semi-consciente que proviene del interior de la psique como algo «vago», «fantasmagórico» y «falto de rigor y de fundamento».

Por tanto, podemos ver ahora que tampoco el mundo exterior, ni el pensamiento lógico-científico nos permite obtener certeza. Lo exterior, de nuevo, puede ser tan ilusorio como lo interior.

Por tanto, justificado ya el hecho de que ni el mundo interior ni el mundo exterior nos proporciona certeza, cobra todo el sentido, volver a formularnos con toda seriedad, la pregunta del joven Rudolf Steiner: ¿Puede el pensar humano ser la base de toda experiencia que le llega al hombre desde el exterior o desde el interior, pues la duda y el juicio critico conducen siempre a la esfera de lo incierto?»

EL GRAN DESCUBRIMIENTO.

Permítame el lector llamar a las dos tendencias descritas anteriormente, «tendencias cognitivas». La primera, ligada al sentir y a la voluntad, la llamare «tendencia cognitiva interior», y a la segunda, ligada a la lógica y a la observación científica, la llamaré «tendencia cognitiva exterior». Obviamente en ambos casos se percibe el mundo exterior y se utiliza el mundo interior. Con dichos nombres, solo describo la tendencia «predominante» en cada caso.

Habiendo llegado hasta aquí, el lector podrá reconocer por si mismo en su experiencia cotidiana, la presencia de las dos tendencias extremas descritas anteriormente, tanto en otras personas como en si mismo. Esta diferencia de tendencias es la causa de no pocos conflictos en el movimiento Antroposófico, pues normalmente tendemos hacia aquello que nos hace sentir bien, que nos es simpático,  que concuerda con nuestra tendencia cognitiva y la visión del mundo resultante, mientras que, a sensu contrario, suele molestarnos bastante aquello que se opone a dicha visión del mundo, aquello que nos resulta antipático.

¿Cómo podemos superar esta dualidad cognitiva? ¿Cual es el camino que descubrió el joven Steiner en sus largas horas de escritura en el café Griendsteidl?

Lo que el joven Steiner descubre y describe en términos filosóficos en su «Filosofia de la Libertad», es el hecho de que, la percepción del mundo de un modo dividido (esto es, el hecho de que percibamos el mundo externo como algo diferente y separado del mundo interno) no es una cualidad del mundo per se, sino la consecuencia de nuestra propia división interna.

Mundo Interior Vs Mundo Exterior: La VIrgen del Pez. Rafaello Sanzio.

Dicho de otro modo, es el ser humano el que «está dividido» entre las percepciones de su mundo interior, y las percepciones del mundo exterior. Las de su mundo interior le son «inmediatamente» conocidas, es decir, el ser humano sabe que provienen de si mismo, bien como acción consciente y voluntaria (un pensamiento consciente, un movimiento voluntario, etc…) bien como acción refleja (un movimiento inconsciente, una emocion, una asociacion involuntaria de ideas, etc…), aunque en la mayor parte de los casos no sepa muy bien «como lo hace». Por el hecho de ser producidas por el mismo, el ser humano moderno les otorga categoría «subjetiva», y les extrae toda sospecha de validez o certeza, precisamente por tener la experiencia aparente, de que en el interior de la psique humana, pueden suceder todo tipo de experiencias involuntarias sin aparente sentido, y por tanto, aleatorias o ligadas a la condicion de sueño o ilusión.

El hombre moderno, a sensu contrario, ha tendido a atribuir al mundo exterior predominancia sobre el mundo exterior, pues en este, a diferencia del caso anterior, los objetos y sucesos que ocurren no nos son «conocidos» de forma inmediata, sino de forma «mediata», es decir, a través del uso de nuestras facultades cognitivas, es decir, a través del uso del pensar, y en concreto en el mundo moderno, mediante una forma de pensar muy específica: el uso del juicio crítico y de la duda.

De este modo, nos encontramos de nuevo con otra dualidad: el ser humano se relaciona con el mundo, tanto interno como externo,  de forma dual: por un lado, a través de las percepciones, que son, siempre  «inmediatas» e involuntarias, y por otro lado mediante el pensar, que es «mediato» y que se origina de forma voluntaria. De este modo, la conciencia humana, como tal, se convierte en el elemento «intermedio» del acto cognoscitivo,  en el cual se manifiestan dos tipos de procesos diferentes: las percepciones o procesos inmediatos, que ocurren bien en el así llamado mundo exterior o bien en el mundo psíquico, pero que en cualquier caso son «externas» a la conciencia humana, puesta esta no los produce, sino que solo los recibe; y por otro lado, los procesos pensantes o procesos «mediatos», que surgen y se originan, en principio, en el interior de dicha conciencia, y que por tanto son «internos» respecto a la misma. Nótese aquí que distingo claramente entre psique y conciencia, pues esta ultima es, podríamos decir, la atalaya, el espacio o núcleo interno de la psique, desde el cual la esencia humana puede contemplar tanto la actividad del mundo (percepciones) como su propia actividad (pensar).

En este marco,  el joven Steiner hace su gran descubrimiento. Al observar la naturaleza del pensar, el joven Steiner constata, a diferencia de la ciencia de su época, que los pensamientos, los conceptos o ideas, no son «abstracciones» o «generalizaciones» creadas a partir de una percepción repetida muchas veces. En efecto, la ciencia moderna, incluso hasta el dia de hoy, sostiene que, por ejemplo, la idea «silla», es una generalización de las características esenciales de todas las sillas que una persona ha percibido a lo largo de su vida. Sin embargo, esto no explica, por ejemplo, como se creo la primera silla (es decir, antes de que ninguna silla pudiera haber sido observada), o más aun, como se han creado ideas como «triángulo», «cuadrado», «circulo», (es decir, las formas geométricas), o incluso ideas aun más etéreas como «la belleza», «la bondad», ó «la verdad», que no corresponden a ninguna percepción física.

El joven Steiner descubre que las ideas como las formas geométricas no son «perceptibles», o dicho de otra manera, ¡¡no existen triángulos perfectos en la naturaleza!! Si quiere, haga el lector el intento de buscarlos. No los encontrará. Solo cuando «aplico» mi pensar a la percepción concreta que tengo ante mi, distingo «la forma triangular» mediante el uso del pensar. Si me abstengo de pensar, nada puedo distinguir, y por tanto, nada puedo ni conocer, ni decir.

Por tanto, la idea «triángulo» no es perceptible, sino que es «pensable». Es decir, la idea «triángulo» es una realidad en si misma, que existe en un mundo de pensamientos no perceptible por lo sentidos. Así, cuando «pensamos» sobre, por ejemplo, las percepciones de la naturaleza, descubrimos como esas ideas están presentes y actúan en la naturaleza como fuerzas formadoras, esto es, como en el mundo natural, las ideas y las percepciones forman una unidad indisoluble.

Las ideas como fuerzas formadoras de la naturaleza: Los sólidos platónicos.

El gran descubrimiento del joven Rudolf Steiner, es que aquello que percibimos como ideas en nuestra conciencia, no son ni más menos, que las fuerzas que «conforman» el mundo natural, el universo que nos rodea y nos alberga.  Con ello, podemos decir sin miedo a error alguno, que nuestro pensar, como facultad cognitiva, es la capacidad del ser humano de percibir «en el interior de su conciencia» los principios formadores del mundo.

Este revolucionario descubrimiento, tiende un puente entre la orilla de la percepción y la orilla del pensar, un puente que no había existido antes, y que otorga al ser humano un camino permanente que, a semejanza de un puente sobre un rio, permite al hombre moderno acceder a una realidad de orden superior, elevada, por encima de la realidad perceptible desde cada una de las orillas separadas.

Así, el Joven Steiner da un salto de gigante en la evolución del conocimiento humano, solo comparable a la creación de las categorías lógicas por parte de Aristóteles. Así como Aristoteles fundamentó un método de pensamiento que ha determinado el camino de la humanidad durante 2.000 años, el joven Steiner inauguraría con este paso un nuevo marco de referencia para la facultad de cognición humana, que al igual que Aristoteles, será más y más reconocido con el paso del tiempo.

CONOCIENDO DESDE EL PUENTE.

Es ahora cuando podemos, con todo sentido describir la nueva forma de conocimiento inaugurada por Rudolf Steiner.

En primer lugar, no se trata, como ya hemos dicho, de ejercer la facultad intelectual o de juicio critico, en el sentido de la lógica de Aristóteles.

Por ello, podemos ahora entender como Rudolf Steiner, en su tarea como editor y comentador de la obra científica de Goethe para la edición de la Kurchner National Literature de 1898,  pudo reconocer en la forma de conocer de Goethe, la disposición interior que portaba ya esta nueva forma de conocimiento. En efecto, la disposición de Goethe ante las percepciones del mundo natural  es la de suspender el juicio intelectual o critico, para permitir, mediante una intensa actividad contemplativa, que el objeto de percepción se «muestre» al alma no es su forma muerta o estática  sino en su estado formativo, creando así en el alma misma, el adecuado órgano de conocimiento.

En el caso del juicio critico, deducimos o inducimos, bien a partir del detalle, bien a partir de ideas generales, qué es aquello que vemos. Pero toda inducción o deducción se basan en aquello que «ya sabemos», aquello que «ya hemos constatado». Este método es el que nos lleva al escenario dualista entre ciencia y religion, percepción y pensar, etc….

La planta en estado formativo: una conciencia «Dinámica»

En el caso del pensar «goetheano», no deducimos ni inducimos nada, sino que observamos una y otra vez, el objeto de percepción, permitiendo que este se una con nuestra alma de forma íntima. Lo miramos y lo volvemos a mirar, sin buscar respuesta «critica» ó «intelectual» alguna, sino que permitimos que su gesto formativo «penetre en nuestra alma», hasta el punto de sentir como se «moldea» en nuestro interior.

Este tipo de «pensamiento móvil», es lo que Rudolf Steiner denominara en su obra posterior, «pensamiento imaginativo». Mediante esta nueva capacidad, pasamos de percibir el mundo como algo estático y terminado, a percibir interna y externamente, los gestos creadores detrás de dicho mundo estático. Hemos cruzado, así, el primer tercio del puente.

Pero, en este nuevo estado de conciencia, no estamos exentos de peligros. Nuestra psique, llena de sus propios impulsos, tiende a entremezclarse en las imágenes que formamos mediante el pensar imaginativo, por lo cual este no está exento aun de error o ilusión. Es por ello, que el ser humano que comienza a cruzar el puente, necesita conocerse a si mismo en profundidad, para aprender poco a poco a distinguir, en las imágenes que se forman en su alma, aquello que  proviene de lo contemplado, y aquello que proviene de la propia alma.

Así, en un segundo paso hacia la certeza, al comenzar este camino de auto-conocimiento, se hace necesario reconocer y observar las propias fuerzas del alma, que se aparecen al ser humano una y otra vez, en forma de imágenes internas de todo tipo. Al aplicar el mismo principio anterior, el ser humano puede mantener toda su atención concentrada en la contemplación de dichas imágenes internas, de modo tal que, sin realizar juicio crítico alguno respecto de las mismas, podamos permitir que el proceso «formativo» de dichas imágenes se nos revele, al unirse estas de forma intima no ya con el aspecto «imaginativo» o senciente de nuestra psique, sino con  el aspecto «resonante» o pre-senciante de nuestra psique. En este nuevo aspecto, en este nuevo espacio psíquico, encontramos ya un elemento no solo anímico, sino también espiritual, a saber, la capacidad que vive en el núcleo del alma misma, de contemplar la  actividad que crea la sustancia del alma misma. Esta forma de conocimiento fue denominada por Steiner como «pensamiento inspirativo» o «conciencia inspirativa».

Resumiendo hasta aqui:

• En el primer tercio del puente, pasamos de percibir la realidad aparentemente terminada y externa, a percibir las fuerzas formadoras de dicha realidad, que se manifiestan, al hombre moderno, en la psique humana, en forma de imágenes.

• Dicho primer tercio esta amenazado por la ilusión que se crea al entremezclarse la vida propia de nuestra psique con las imágenes que formamos. Eso nos hace necesitar un arduo proceso de auto.conocimiento de la vida de nuestra alma, para poder diferenciar entre una y otra cosa.

• Con ello, podemos dar el paso hacia el segundo tercio del puente, donde comenzamos a observar la propia vida de nuestra alma, y con ello pasamos de percibir «imágenes» móviles, a percibir «gestos de intensificación  y des-intensificacion de formas», similares a como las fuerzas sonoras crean formas especificas, como en el conocido experimento de las figuras de Chladni.

Consciencia Inspirativa: La armonia de las esferas. Movimiento de Venus en el cielo terrestre.

• En este segundo tercio del puente, nos encontramos con la posibilidad de quedarnos suspendidos en el vacío. Toda imagen ha desaparecido de nuestra conciencia, y previamente lo había hecho toda percepción. Obviamente no se trata de percibir «sonidos» en el sentido «ordinario» de la palabra, sino que se trata de una capacidad de «resentir» o «resonar» con el fenómeno contemplado. En dicho proceso podemos quedarnos vacíos (no resonar), o bien podemos «apresurarnos» y asociar un juicio al fenómeno, por miedo a dicho vacío. Solamente si entramos en relación con el fenómeno, si «resonamos» activamente con él, si somos capaces de iniciar una «conversación» con el fenómeno que contemplamos. con la esencia espiritual que se nos manifiesta, podremos avanzar hacia el tercer tercio del puente.

Llegamos así, al ultimo tercio del puente del conocimiento. En este ultimo tercio, hemos iniciado una «conversación» con el ser que se nos ha mostrado, que animaba la imagen que formaba el objeto o fenómeno que habíamos comenzado a contemplar.

Si ahora, de forma absolutamente libre, nos «entregamos» por completo, con todo amor e interés, al conocimiento intimo de este ser, permitiendo que penetre en lo mas profundo de lo que somos, es decir, si de nuevo prestamos toda la atención a dicho ser, que se nos manifiesta mediante gestos creadores de formas, entonces alcanzaremos la tercera etapa del conocimiento, un estado de conocimiento en el que ya no percibimos más gestos creadores de forma, sino algo que podríamos llamar «la unión total con el ser del fenómeno». Nos hacemos «uno» con el ser espiritual que se encuentra y actúa tras los gestos formadores, tras las imágenes, y tras las formas físicas muertas. Esta experiencia es una experiencia de renacimiento espiritual en el ser de lo otro, de lo contemplado, y por ello de unificación y de conocimiento total e íntimo. Es un ser «tu» sin dejar de ser «Yo», un ser «nosotros», sin perder por ello la individualidad de cada uno. Se trata del acto más elevado de amor , creación y re-unificación (re-ligare) que el ser humano puede hacer en este momento de la evolución. Con él, llegamos al final del puente, y logramos así la ansiada «certeza», pues nos hemos hecho «uno» con el objeto de conocimiento. En este tercer paso, que Rudolf Steiner denomino «pensamiento intuitivo» o «conciencia intuitiva», la genesis y la gnosis se hacen una y solo una cosa. En el pensar intuitivo, conocer y crear, la sabiduría y la vida, se vuelven de nuevo, uno solo.

Conciencia Intuitiva: Yo soy el alfa y el omega.

Al alcanzar la esfera del pensar intuitivo, el ser humano alcanza un estado en el cual al unirse la sabiduría y la vida, se le revela un tercer principio de orden superior que unifica y sublima a los anteriores: el amor. Visto desde el punto de vista del antiguo Platonismo, Verdad, Belleza y Bondad se muestran ahora al hombre como un ser de naturaleza superior, impregnadas todas por el amor mismo.

Así, podemos ahora responder a la pregunta «¿Puede el pensar humano ser la base de toda experiencia que le llega al hombre desde el exterior o desde el interior, pues la duda y el juicio critico conducen siempre a la esfera de lo incierto?«, con la respuesta «Si, es posible», pero para ello, el pensar humano, ha de traspasar su estado actual, pues tal y como indica el joven Steiner, en su estado actual, este conduce ineludiblemente a la esfera de lo incierto, y ha de desarrollarse hacia tres estadios superiores que le permitan alcanzar la capacidad de unirse con la certeza del ser que anima y actúa tras el mundo que nos rodea. Al hacerlo, el ser humano se une con este ser, con el ser del amor universal, para convertirse así en un portador de dicho amor para el resto de sus congéneres, como también para el bien de la evolución del resto del universo.

Este proceso, no solo cobra sentido a nivel de la evolución de cada hombre en su conjunto, sino que podemos vivir la experiencia de los tres estadios al contemplar objetos o fenómenos sencillos, en los que el proceso de auto-conocimiento es, inicialmente, menos arduo, e ir pasando poco a poco de contemplar fenómenos sencillos a fenómenos cada vez más complejos. Dicho de otro modo, es posible practica el pensar imaginativo, inspirativo e intuitivo con objetos cotidianos como vasos, mesas, alfileres, libros…para posteriormente pasar a contemplar plantas, más tarde animales, etc…. Así, poco a poco, las nuevas capacidades se van desarrollando, y las propias experiencias ayudan al alma humana a orientarse en este camino. Por supuesto, el propio Rudolf Steiner describe este camino en varias de sus obras, y especialmente en su obra «Como se alcanza el conocimiento de los mundos superiores». Este es, y no otro, el camino del investigador de la ciencia del espíritu.

Lo que no es ni posible, ni honesto, es seguir «hablando», «discutiendo», «emprendiendo», y mucho menos «investigando» Antroposofía, desde el pensar intelectual ordinario, desde la formulación de juicios críticos. Hacer esto, es, además de un acto de auto-engaño,  un gesto de prepotencia, de desprecio del camino tan dura y arduamente investigado por Rudolf Steiner. No es necesario alcanzar la perfección antes de hacer nada, que duda cabe, pero si iniciar el camino, y saber que, cada vez que quiero obtener algún tipo de certeza, necesitaré tiempo y esfuerzo, para poder «unirme» con el ser de aquello que quiero saber. Esta es la disposición de humildad básica hacia el conocimiento en la que todo discípulo de Antropos-sofia debiera situarse.

La serpiente como puente permanente.

Es así, por tanto, que quizá ahora nos sea posible entender porque «el acto de la conversación» entre seres humanos, y por supuesto entre Antropósofos, es tan importante, pues constituye la manifestación, en el mundo físico sensible, del mismo proceso que, al desarrollar el pensar inspirativo, nos permite unirnos con el ser del/de lo otro, alcanzando así el pensamiento intuitivo o la certeza espiritual. Así, reconocemos la alegría que sentimos tras un verdadero encuentro, el entusiasmo que nos anima, pues por breves momentos, nos hemos unido, aun de forma muy inconsciente, con el ser del otro; lo hemos «amado». Hemos tendido «un puente» permanente entre ambos.

Aprender a hacer este proceso de forma consciente, aprender a «amar» de forma consciente y libre, es sin duda alguna, el único camino posible para desarrollar la Ciencia del Espíritu, Antropos-Sofia.

Puede que ahora, podamos comprender también la famosa cita de Goethe, en su cuento de la serpiente verde:

«Qué es más importante que el oro?..Dijo el rey…

La luz, contesto la serpiente.

Y que es más reconfortante que la luz?…pregunto el rey…

La conversación, contesto la serpiente.»

Autor: Joaquín Aguado

Nacido en Granada, España, en 1971. Miembro de la Sociedad Antroposofica de España desde 1988, y Miembro de la Sociedad Antroposofica General desde 2005. Miembro de la Seccion Social de la Escuela Superior de Ciencia del Espiritu con Sede en Dornach, Suiza, desde 1991, y miembro de la Conferencia Economica de la Seccion Social de la Escuela Superior, desde 2005. He vivido varios años en Holanda y en Finlandia, con viajes y estancias cortas en EEUU e Inglaterra. Esto me ha permitido conocer de primera mano otras culturas y otras formas de "hacer antroposofia". Desde el 2010 vivo y trabajo en España. Autor del Libro "La Economía de la Confianza" (Ed. IAO, 2014. Madrid). Consultor Organizacional, Co-fundador del Banco Etico Triodos Bank en España, y fundador de Triforma primero, y posteriormente Vortex, las únicas empresas españolas de consultoria de organizaciones basadas en los desarrollos de Rudolf Steiner, Bernard Lievegoed y Margarete Van Den Brink. En mi trabajo como consultor, mi foco principal es ayudar a desarrollar una nueva forma de organización económica y social, centrada en el ser humano, que ponga en relación de forma equilibrada los principios de libertad, igualdad y fraternidad. Para avanzar en esa dirección, creo fundamental desarrollar en los individuos y en las organizaciones una cultura "social" mas profunda que la actualmente existente. En esta dirección, y siguiendo a Goethe, creo que "la conversación", el proceso de escucha intensificado y debidamente entrenado, es y será la fuente de cualquier futuro creador entre los seres humanos.

5 pensamientos en “El Desafio de Rudolf Steiner II: Desde el Puente.

  1. Gracias Joaquín por un artículo tan lúcido e inspirador. En el suplemento añadido en 1918 al capítulo VIII «Los Factores de la Vida» en su libro «Filosofía de la Libertad» Rudolf Steiner describe el Pensar de la siguiente forma: «Ninguna otra actividad del alma humana se malinterpreta tan facilmente como el pensar. La voluntad y el sentimiento vuelven a dar calor al alma humana incluso cuando se recuerda lo ya vivido. El recuerdo del pensar nos deja fríos; parece secar la vida del alma. Sin embargo, esto no es más que la intensa proyección de la sombra de su realidad transida de luz, con que se sumerge cálidamente en los fenómenos del mundo. Esta inmersión se realiza con una fuerza que fluye de la misma actividad del pensar, y que es la fuerza del amor en forma espiritual».
    Elevarse desde la percepción y el pensar intelectual abstracto (juicio crítico) recorriendo todo el camino del pensar vivo hasta la intuición… es, como tú dices… «aprender a amar de forma consciente y libre… y el único camino posible para desarrollar la Ciencia del Espíritu».
    Podemos recorrer las primeras etapas del camino por medio del conocimiento de la naturaleza del mundo externo… pero las últimas etapas sólo son accesibles a través del encuentro entre seres humanos… de ahí la importancia de LA CONVERSACIÓN.
    Muchas Gracias.
    Alberto.

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  2. Gracias por compartir tus reflexiones; En estos tiempos circulan con fuerza los mensajes que ayudan a distinguir el pensar que se apoya en la memoria, y que trae siempre mas o menos embarulladas emociones de no mucho fiar, del pensar que no se apoya en la memoria sino que trata de profundizar en la experiencia de percepción; Hasta llegar tan a fondo como Rudolf Steiner busca. Y realmente hace falta, mucha falta. Tanto por los miles de años de insensatez que alberga la memoria colectiva de la humanidad (Y las decenas que albergan lnuestras memorias individuales) como por la oportunidad que parece verse en el horizonte de que florezca y se asienyte esta nueva consciencia en nosotros.

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  3. Estoy tratando de comprender este concepto pero se me hace un poco difícil. Lo que entiendo de este artículo, así como lo que entiendo de los capítulos que he leído del libro ‘Filosofía de la Libertad’ de Steiner, es que el pensamiento es la herramienta–o el puente–para ligar el mundo material con el mundo espiritual. Los pensamientos son fuerzas naturales. Podemos llegar a conocer la esencia de las cosas a través de la observación, dejando de lado nuestras percepciones subjetivas para que la esencia del objeto se muestre ante nosotros. Los seres humanos podemos elegir con qué tipo de pensamiento resonar… He aquí donde radica nuestra libertad… en nuestra capacidad de elección.

    Gracias por el artículo!

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    • Exacto Monique. De facto, podríamos decir que las fuerzas «naturales» que viven como arquetipos de la naturaleza, reciben una nueva vida a través del ser humano, pues continuamente creamos nuevas cosas a partir de lo que nos da la naturaleza. Asi tenemos la posibilidad de otorgar al mundo espiritual una nueva vida, un nuevo futuro. Como lo hagamos, si creamos formas muertas y rigidas, o nuevas formas vivas llenas de vida espiritual depende de cuan intensamente desarrollemos nuestra conciencia. Este es el camino del cruce del puente al que me refiero en el articulo. Un saludo.

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  4. La inducción empírica ya presupone una idea a priori. Estoy de acuerdo, ya que para que la mente sepa qué experiencias inducir y generalizar tiene que tener previamente esa idea. De hecho, eso ya lo dijo Platón. Luego también comparto que la mente aplica a la experiencia ideas a priori que ordenan lo empírico. Eso lo dijo Kant.

    Luego está la afirmación de que esas ideas a priori o sólidos (platónicos) son fuerzas formadoras de la realidad. Efectivamente, Platón dijo que la idea suprema, el Bien, dirige el devenir del mundo. Eso es retrotraible a la noción hegeliana (o shellingiana) de que la realidad es conciencia y tiende a superar sus contradicciones, tendiendo con ello hacia una Idea superior de Belleza, Verdad y Bondad. Así se acaba todo enfrentamiento, incomodidad o duda y, por tanto, brota el Amor que viene a ser la síntesis última de esas ideas.

    Hasta aquí considero que el discurso de Steiner es impecable. De hecho, admiro al joven Steiner. Pero, lo que afirmó ya en esa época y sobre todo después sobre ángeles, vida de Jesucristo, Buda en Marte…, nunca he llegado a entender como se conecta con esas primeras certidumbres iniciales. Parece como si Steiner pasara de las indubitables ideas formadoras-bondadosas-amorosas a todo un cuerpo mítico de imágenes arbitrarias que nada tienen que ver con ese fundamento tan sólido. Reconozco que ahí ya me pierdo.

    Agradeceré todas las aclaraciones que puedas hacerme al respecto, Joaquín.

    Un saludo.

    Carles.

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